La reciente ley de la Administración demócrata profundiza la disputa política y comercial entre Washington y Cuba
Dos dueños y una misma marca están involucrados en el litigio comercial y político que sigue situando al ron cubano, y a Cuba misma, en el mapa de Guerra Fría. En X, una página con las más folclóricas fotos de mulatos cubanos anuncia que se trata de la “cuenta oficial” del Ron Havana Club. En esa red social convive además otra cuenta del mismo ron, con diferente botella y etiquetado, pero que asegura ser el “real” Havana Club. El primero es un ron nacional, el segundo es un ron exiliado. El primero hecho en Cuba, el segundo, en Puerto Rico. El primero, representado por la estatal Cubaexport. El segundo, por Bacardí.
Cuál de los dos es más cubano, cuál el original o cuál debe comercializarse internacionalmente son algunas de las preguntas que rodean la querella. Ahora la Administración de Biden cierra las puertas al Gobierno de La Habana para disponer con ciertas marcas en territorio estadounidense. La Ley H.R. 1505, aprobada ampliamente en el Congreso, deja claro que prohíbe el “reconocimiento por los tribunales de Estados Unidos de ciertos derechos relativos a determinadas marcas o nombres comerciales”, a menos que el propietario original haya otorgado su consentimiento.
Un duelo de rones
En solo nueve años, según una versión ampliamente difundida, Fidel Castro y el Gobierno implantado en 1959 confiscaron o nacionalizaron miles de propiedades a ciudadanos cubanos que, en su mayoría, luego terminaron en el exilio. Aunque muchos son los nombres de dueños de empresas de transporte, de construcción, inmobiliarias, bancos o grandes extensiones de tierras expropiadas, el de la familia Arechabala, creadora del ron Havana Club, ha sido siempre uno de los más vilipendiados.
El ron que hoy está en la mira de dos empresas comercializadoras fue creado en 1934 en la destilería La Vizcaya, de José Arechabala, un empresario español que llegó a Cuba en su adolescencia y se estableció en la provincia de Matanzas. Durante los primeros años de la Revolución, Castro despojó a la familia de sus bienes y José terminó como vendedor de autos en Estados Unidos.
En Cuba el ron Havana Club siguió produciéndose y comercializándose. En 1993 el Estado cubano, con Cubaexport, se unió al Grupo Francés Pernod Ricard para introducir la marca cubana en el mercado internacional, excepto en Estados Unidos, donde el bloqueo comercial impide, sobre el papel, la venta del producto.
Pero el mercado estadounidense no ha dejado de comercializar el que es considerado uno de los rones de mayor renombre en la coctelería mundial. Se cuenta que José Arechabala nunca más se dedicó al negocio del ron, pero se aseguró de cargar con la receta original al salir de la isla, un ron que requiere un proceso de añejamiento particularmente largo y detallado. En 1994, la familia Arechabala vendió la marca con la receta original a la Bacardí, que desde entonces lo produce en Puerto Rico.
Así comienza una historia de dos dueños, de rones, de política y de exilio. Más de una vez la familia Arechabala ha dicho que solo ellos son los responsables de la receta que ha sido “robada” por el Estado cubano. Desde la Isla insisten en que son los verdaderos propietarios en el mundo y que el ron Havana Club original es el que se produce en Cuba y no en Puerto Rico.
Las disputas legales en territorio estadounidense se remontan al año 1976, cuando Cubaexport registró la marca Havana Club en ese país. Luego no fue fácil su renovación debido a las restricciones impuestas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC). No fue hasta 2016 cuando la Oficina de Patentes y Marcas (PTO) otorgó una vez más la licencia a Cubaexport. En 2004, no obstante, Bacardí demandó a Cubaexport en Washington luego de que la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos se negara a cancelar la marca. Cubaexport, por su parte, impuso una contrademanda a Bacardí por infracción. En 2023, la Corte de Apelaciones del Cuarto Circuito falló a favor de Bacardí.
Para unos “justicia histórica”, para otros una “maniobra”
El proyecto legislativo bicameral que ahora se concreta fue presentado en 2023 por los legisladores Darrell Issa y Debbie Wasserman-Schultz. “He escuchado a electores cubanoamericanos contar cómo sus familias fueron despojadas de la riqueza ganada con esfuerzo, expropiada por regímenes autocráticos”, dijo la congresista de Florida en declaraciones publicadas por Telemundo. “Estoy agradecida al presidente Biden por convertir nuestro proyecto de ley en ley y demostrar el continuo compromiso de Estados Unidos con la lucha contra el robo de propiedad intelectual”. El representante de California, por su parte, sostuvo que se trata de “una justicia histórica” y “una declaración de que el vínculo entre el pueblo estadounidense y su propiedad intelectual es sagrado”.
Anteriormente, otros políticos como el exsenador Bob Menéndez y el futuro secretario de Estado, Marco Rubio, defendieron la propuesta que desde un inicio, según sugieren, buscaba proteger los derechos de personas a quienes despojaron de sus bienes durante los primeros años de la Revolución cubana en el poder.
Ahora que el litigio ha vuelto a ocupar titulares, Pernod Ricard -que en 2023 vendió junto a Cubaexport 3,8 millones de cajas de 9 litros del ron en todo el mundo, de acuerdo con el sitio Statista- se ha mostrado decepcionada con la nueva ley del Gobierno demócrata que, según declaraciones a The Drink Business, “pone en entredicho sus derechos de larga data sobre la marca Havana Club en Estados Unidos, una marca que Pernod Ricard y su socio de empresa conjunta, Cubaexport, poseen legítimamente desde 1976″.
Desde Cuba, funcionarios del Gobierno se apresuraron a reaccionar a la ley que les cierra puertas a la comercialización de uno de sus productos nacionales más buscados en el mercado. El ministro cubano de Asuntos Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, catalogó la medida de “agresiva” y aseguró que violaba el Derecho Internacional. La decisión de Biden también fue tildada como una “maniobra” por Johana Tablada de la Torre, subdirectora general de la Dirección de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, quien sostuvo que el objetivo era “impedir la renovación de la marca Havana Club en Estados Unidos que debe ocurrir en 2026, y despojar a la empresa Cubaexport de sus derechos como titular del registro ante la oficina Marcas y Patentes de Estados Unidos”.