La búsqueda de Guo Gangtang, el padre que recorrió el país en motocicleta, inspiró una película. Ahora, hay un final digno de Hollywood.
Durante casi 24 años, el padre recorrió China en moto. Con pancartas que mostraban las fotos de un niño de 2 años aleteando desde la parte trasera de su moto, viajó más de 480.000 kilómetros, todo en busca de un objetivo: encontrar a su hijo secuestrado.
Esta semana, la búsqueda de Guo Gangtang finalmente terminó. Él y su esposa se reunieron con su hijo, que ahora tiene 26 años, después de que la policía encontrara su ADN, según el Ministerio de Seguridad Pública de China.
En una escena captada por la televisión estatal china, el trío se abrazó con lágrimas en los ojos en una conferencia de prensa celebrada el domingo en Liaocheng, la ciudad natal de Guo en la provincia de Shandong, en el norte del país.
“Mi querido, mi querido, mi querido”, decía entre sollozos la esposa de Guo, Zhang Wenge, mientras abrazaba al joven. “Te hemos encontrado, hijo mío, hijo mío”.
“Ha sido entregado en tus manos, así que tienes que quererlo bien”, dijo Guo, tratando de consolarla incluso cuando su propia voz temblaba.
El aparente final feliz cautivó a China, donde Guo se ha convertido en una especie de héroe popular. Su odisea a través del país, durante la cual dijo que fue arrojado de su motocicleta al menos una vez y durmió a la intemperie cuando no le alcanzaba para pagar un hotel, inspiró la película de 2015 Lost and Love, protagonizada por el reconocido actor de Hong Kong Andy Lau.
Tras el reencuentro, las redes sociales chinas se llenaron de mensajes de felicitación. Las etiquetas sobre la familia Guo fueron vistas cientos de millones de veces. “Hoy, Lost and Love tiene por fin un verdadero final feliz”, dijo el director de la película, Peng Sanyuan, en un video en Douyin, una aplicación de redes sociales.
El secuestro de niños es un problema de larga data en China. No hay estadísticas oficiales sobre el número de niños secuestrados cada año, pero funcionarios del Ministerio de Seguridad Pública dijeron este mes que habían localizado a 2609 niños desaparecidos o secuestrados en lo que va de año. Diversos informes calculan que el número de niños secuestrados anualmente en China puede ascender a 70.000.
Históricamente, el secuestro de niños estaba relacionado, al menos en parte, con la política china de hijo único. En el punto álgido de la aplicación de esta política, en las décadas de 1980 y 1990, algunas parejas recurrieron a la compra de niños pequeños en el mercado negro para asegurarse de que tendrían un hijo varón, según una investigación realizada por académicos de la Universidad de Xiamen, en la provincia de Fujian. La sociedad china ha favorecido tradicionalmente a los hijos varones.
Cuando el gobierno central comenzó a suavizar la aplicación de la política a principios de la década de 2000 —antes de ponerle fin en 2015—, los secuestros denunciados disminuyeron considerablemente. Los avances tecnológicos, como una base de datos nacional de ADN de niños desaparecidos, el endurecimiento de las sanciones penales y una mayor conciencia pública sobre el tráfico de niños, también han ayudado a frenar el problema, dijo Zhang Zhiwei, director ejecutivo de un centro de lucha contra el tráfico en la Universidad China de Ciencias Políticas y Derecho.
Sin embargo, la amenaza del secuestro sigue pesando en muchos chinos. El lunes, varios departamentos de policía de la ciudad oriental de Hangzhou emitieron comunicados desmintiendo rumores virales sobre intentos de secuestro.
El hijo de Guo, llamado Guo Xinzhen al nacer, desapareció el 21 de septiembre de 1997. Había estado jugando en la puerta de su casa mientras su madre cocinaba dentro, según las entrevistas que el mayor de los Guo ha concedido a lo largo de los años.
Un frenético Guo y su esposa, junto con familiares, vecinos y amigos, se desplegaron por toda la región para buscar al niño. Pero después de varios meses, el esfuerzo disminuyó. Fue entonces cuando Guo colocó grandes pancartas con la foto de su hijo en la parte trasera de una motocicleta y se puso a buscar al niño por su cuenta.
“Hijo, ¿dónde estás?”, decían las pancartas, junto a una imagen del niño con una abultada chaqueta naranja. “Papá te está buscando para que vuelvas a casa”.
A lo largo de los años, Guo desgastó diez motocicletas, viajando desde Hainan, en el sur, hasta Henan, en el norte, persiguiendo cualquier dato, según ha relatado. Una vez, en un día lluvioso, una roca se deslizó de la plataforma de un camión frente a él, haciendo que su motocicleta se desplomara. Tuvo tantos incidentes de tráfico que estuvo a punto de perder la cuenta. Pero siempre volvía a ponerse en marcha.
“Si estoy en casa, el traficante de personas no me lo va a devolver”, dijo en una entrevista de 2015 con la televisión estatal.
En 2012, Guo fundó una organización para ayudar a otros padres a encontrar a sus hijos desaparecidos, y dijo que ha ayudado a decenas de otras familias a encontrar a sus seres queridos, incluso cuando su propia búsqueda seguía siendo infructuosa. Su historia cobró notoriedad nacional con la película de 2015. A principios de este año también comenzó a promover la concienciación contra la trata de personas en la aplicación de redes sociales Douyin, donde había ganado decenas de miles de seguidores incluso antes de que se localizara a su hijo.
El último acontecimiento en la historia de Guo también parecía sacado de la imaginación de un guionista.
En junio, las fuerzas del orden de Shandong recibieron el aviso de una posible coincidencia con el hijo de Guo en la provincia de Henan, según el Ministerio de Seguridad Pública. No estaba claro de inmediato cómo lo habían identificado los funcionarios, aunque dijeron que habían utilizado “los métodos de comparación y búsqueda más novedosos”. Otros análisis de sangre confirmaron que el hombre de 26 años, que según algunas noticias locales trabajaba como profesor, era el hijo de Guo.
Las autoridades dijeron después que habían detenido a una mujer de apellido Tang y a un hombre de apellido Hu. Según los medios de comunicación estatales, Tang secuestró al niño y se lo entregó a Hu, que luego lo vendió. La CCTV, la emisora estatal, dijo que los dos habían confesado.
Antes de la reunión, un aturdido Guo y su esposa compraron más de 450 kilos de caramelos para distribuirlos entre los vecinos como celebración. Guo también limpió su casa, y se deshizo de las viejas pertenencias para conmemorar un nuevo comienzo.
Antes del encuentro, en una entrevista con Chen Luyu, presentadora de un programa de entrevistas, los padres oscilaron entre el júbilo y la parálisis. Sentada en la mesa del comedor, Zhang, la esposa de Guo, se derrumbó varias veces, preguntándose si su hijo la culparía por no haberlo vigilado lo suficiente.
Guo dijo que no guardaba ningún resentimiento hacia la pareja que había criado a su hijo. La forma en que su hijo tratase a esa pareja en adelante dependía de él, dijo.
“Si el niño quiere ser solícito con sus padres adoptivos, solo tiene que aceptarlo abierta y sinceramente”, dijo.
Los medios de comunicación estatales informaron de que el menor de los Guo había dicho que seguiría viviendo con la pareja que lo había criado, que según él lo había tratado bien. Pero dijo que visitaría a sus padres biológicos con frecuencia.
El mayor de los Guo dijo a Chen, la presentadora de televisión, que se conformaba con lo que le deparase el futuro.
“Nuestro hijo ha sido encontrado”, dijo. “A partir de ahora, solo queda la felicidad”.