El lunes pasado, el presidente Trump tomó medidas para cerrar la frontera sur de Estados Unidos y poner fin a las citas de CBP One. Muchas personas expresaron su desesperación; alguas decidieron cruzar la frontera de todos modos.
Mientras el pánico comenzaba a calar, dos hombres ataban escaleras con cuerdas y las colocaban sobre el muro fronterizo metálico que separa Tijuana del sur de California.
“¡Apúrense, apúrense, avancen!”, gritaban los traficantes de personas al pie de la escalera. Una joven de Zimbabue se colocó en lo alto y miró hacia abajo con los ojos muy abiertos, dudando antes de dar el siguiente paso.
El lunes, las personas que esperaban para entrar en Estados Unidos se enteraron de que el presidente Donald Trump había cancelado todas las citas de solicitud de asilo momentos después de asumir el cargo y planeaba firmar varias órdenes ejecutivas que sellarían la frontera.
Pero al menos un grupo realizó un desesperado y peligroso último esfuerzo para cruzar a Estados Unidos.
Uno a uno, ascendieron por la tambaleante estructura. Luego se deslizaron hacia el otro lado. Los que pasaban ayudaban a atrapar a las mujeres y los niños. Pero una mujer se cayó al suelo al descender y yacía gimiendo de dolor, agarrándose la pierna.
“Hacemos esto por necesidad, no porque queramos, y ya eso es todo”, dijo Carlos Porras, un peruano de 39 años, hablando a través de las rendijas de la barrera fronteriza. Él también se hizo daño en el tobillo al saltar, y cojeaba.
Momentos después, unos agentes de la Patrulla Fronteriza estadounidense se acercaron al grupo y se lo llevaron.
La escena puso de manifiesto la desesperación de los migrantes que el lunes se enteraron de que ahora la frontera estaba cerrada. No tenían nada que hacer más que procesar sus emociones, desde el desconcierto hasta la desesperación.
“Siento rabia, siento tristeza, siento todo”, dijo Katherine Romero, una venezolana de 36 años que esperó un año en Ciudad de México a que llegara el lunes, día de su cita para solicitar asilo, haciendo distintos trabajos a fin de ahorrar para pagar el boleto de avión que la llevaría a Tijuana. “No lo puedo creer”.
En una serie de órdenes ejecutivas que firmó el lunes por la noche, Trump procedió a cerrar las fronteras del país a los migrantes, parte de un torrente de políticas que incluía un amplio bloqueo a los solicitantes de asilo y una declaración de emergencia nacional para desplegar al ejército en la frontera.
Apenas unos minutos después de que Trump prestara juramento el lunes, su gobierno ordenó que la aplicación CBP One dejara de funcionar. Esta app fue utilizada por el gobierno de Joe Biden para concertar citas a fin de ingresar a Estados Unidos, pero había estado en la mira de los republicanos.
El programa permitía que 1450 personas al día agendaran un momento en el cual presentarse en un puerto de entrada y solicitar asilo. Más de 900.000 individuos entraron en Estados Unidos utilizando la aplicación desde que se lanzó hasta finales de 2024.
El lunes, en un campamento de migrantes en Ciudad de México, Cristian Morillo Romero, un venezolano que llegó a México hace más de un año, se enteró de que Trump había puesto fin al programa CBP One, pero no sabía cómo afectaba eso a su cita del 26 de enero en Calexico, California.
Entonces abrió su correo electrónico. Había un mensaje en inglés con el asunto “CBP One Appointment Canceled” que explicaba que las citas existentes “ya no son válidas”.
“Ahora quiero llorar”, dijo Morillo Romero, de 37 años. Más tarde, cuando al fin asimiló la noticia, lo hizo.
En Ciudad Juárez, al otro lado de la frontera con El Paso, solo se permitió que un grupo de 100 personas cruzara a Estados Unidos para presentarse a sus citas a primera hora de la mañana. Luego, justo antes de las 11:00 a. m., los agentes fronterizos mexicanos dijeron que habían recibido una notificación de sus contrapartes estadounidenses: ya no se aceptaban más citas.
“Estoy en shock”, dijo John Flores Bonalte, un venezolano de 36 años que nunca llegó a su cita de la 1:00 p. m. “Creo que es injusto. Nosotros esperamos cruzar de manera legal por mucho tiempo. Son siete meses esperando en México por la cita”.
José Antonio Zuchite, de 40 años, dijo que salió de Honduras en septiembre y esperó cinco meses en Ciudad de México antes de llegar a Ciudad Juárez el fin de semana “con mucha esperanza”. Su cita del lunes fue cancelada.
“No tengo donde quedarme”, dijo, mientras se le quebraba la voz. “No tengo familia o conocidos acá. Estoy en la calle”.
En las redes sociales, los migrantes compartieron imágenes y videos donde se les veía llorando o con la cabeza entre las manos, junto con textos que detallaban cuánto tiempo habían estado a la espera de sus citas. Muchos comentaron que habían estado aguardando en México. Algunos dijeron que habían esperado más de un año.
En muchos de los videos se podía oír un fragmento de una canción que en años recientes había servido como una especie de himno para las personas que finalmente lograban llegar a Estados Unidos.
Ahora muchos estaban desesperados. En Tijuana, algunas personas contemplaban la posibilidad de quedarse en la ciudad mientras rezaban por que se produjera algún tipo de milagro. Otros comentaron que estaban pensando en irse a lugares como Ciudad de México, donde había más oportunidades de trabajo. Algunos dijeron que regresar a sus países de origen estaba descartado porque huían de la violencia o de amenazas.
“Regresar a Haití es regresar a la muerte”, dijo Rose Joseph, de 28 años, quien abandonó la capital de su país, devastada por la violencia, hace más de dos años.
En su conferencia de prensa del lunes, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, exhortó enérgicamente al equipo de Trump a sustituir la aplicación CBP One por otro mecanismo para que la gente pueda volver a solicitar asilo de manera ordenada.
“Queremos que se establezca algo similar, porque ha tenido resultados”, dijo.
El programa fue una pieza clave del esfuerzo del gobierno de Biden por controlar la inmigración a través de la frontera sur. Los funcionarios estadounidenses de dicha gestión creían que ofreciendo a los migrantes una forma organizada de entrar legalmente mediante una aplicación lograrían desalentar los cruces no autorizados.
Junto con el endurecimiento de las restricciones en México, los cruces ilegales disminuyeron notablemente en 2024, y los funcionarios y analistas afirman que la aplicación fue una razón importante.
“Fue un cambio enorme”, dijo Ariel Ruiz Soto, analista sénior del Instituto de Política Migratoria de Washington. “Proporcionó más estabilidad y la oportunidad de tener un mejor control a ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos, porque hizo más predecible el camino de los migrantes”.
Los críticos, sin embargo, vieron al programa como una forma de permitir que quienes de otro modo no tendrían una vía legal para entrar a Estados Unidos fueran y permanecieran durante años mientras sus casos de inmigración desfallecían en los tribunales.
“Hicieron una aplicación para facilitar la inmigración ilegal”, dijo el vicepresidente JD Vance en un post de X la semana pasada. “Es alucinante”.
Sin un programa que lo sustituya, los migrantes varados en México probablemente enfrentan tres escenarios: intentar cruzar ilegalmente a Estados Unidos, regresar a sus países de origen o solicitar asilo en México.
“Quizá no sea lo que muchos migrantes desearían, pero es una alternativa”, dijo Ruiz Soto. Aun así, añadió, eso no sería de mucha ayuda para los mexicanos que buscan huir de su propio país. “Para ellos, no veo muchas opciones”.
Francisco González, un pastor que dirige una red de refugios para migrantes, incluyendo uno en Ciudad Juárez, dijo que esperaba que los migrantes permanecieran más tiempo en los refugios mientras planeaban sus próximos pasos. Le preocupaba, agregó, que ahora pudieran correr más riesgos al contratar a coyotes o a miembros de la delincuencia organizada para cruzar ilegalmente la frontera.
“Van a seguir intentando”, dijo.
Aline Corpus s colaboró con reportería desde Tijuana y Emiliano Rodríguez Mega y Annie Correal desde Ciudad de México.
James Wagner cubre América Latina, incluyendo deportes, y está radicado en Ciudad de México. Es nicaragüense-estadounidense del área de Washington, su lengua materna es el español. Más de James Wagner