Colegas periodistas: Alguien apuntó que quienes ejercemos esta profesión reseñamos “la historia nuestra de todos los días”. Comprometedora frase que deberíamos incorporar a nuestro credo para no ser atrapados por la liviandad de las redes sociales que nos dificulta separar la paja del trigo.
Un proverbio latino refuerza el anterior planteamiento: “Verba volant, scripta manent” (lo dicho se lo lleva el viento, lo escrito permanece).
Precisamente, por las anteriores consideraciones y por elemental respeto a la memoria de Argenis Bravo, que mereció varios Premios Nacionales de Periodismo y numerosos reconocimientos de instituciones públicas y privadas del país, siento el deber de hacerle algunas acotaciones a la crónica que hizo un distinguido colega y amigo sobre la temeraria incursión de la corbeta colombiana Caldas en aguas territoriales de nuestro país, que estuvo a pocos marullos de provocar una confrontación bélica entre naciones hermanas, en agosto de 1987, durante el gobierno del presidente Jaime Lusinchi.
No fue el azar lo que propició la primicia que sacudió al mundo, como se indica en la referida nota; sino la bien ganada confianza que tenía la cúpula castrense del país en el hijo ilustre de La Cruz de Taratara, quien durante más de veinte años cubrió esa fuente para Panorama, el más importante rotativo de la provincia.
Transcurridos diez años del incidente se me ocurrió bucear sobre algunos aspectos que se fueron a pique con el vaivén del tiempo, con el ánimo de escribir un reportaje.
Apelé a la hermandad, que mutuamente asumíamos, para pedirle un día bajo una frondosa mata de mango en el patio de su casa “Macondo” más detalles sobre el controversial episodio, que no fueron reseñados en su momento “por razones de estado”.
Mientras disfrutábamos de un café, endulzado por las manos y la presencia de su esposa Zaira, Argenis, un caballero andante de la primicia (o del “tubazo”, si lo prefiere el lector) y de la integridad profesional me refirió que la corbeta Caldas contaba con el respaldo de dos submarinos y tenía ya cuatro días en nuestro mar territorial cuando se publicó la noticia (lunes 10-8-87). Me señaló que el Presidente Lusinchi había agotado las instancias diplomáticas y que, emplazado por los comandantes de nuestra FAN, autorizó que entrara en acción para resguardar nuestra soberanía, hecho que se concretó con el desplazamiento de varias unidades de nuestra armada hacia el Golfo de Venezuela y la movilización de cinco batallones a la zona fronteriza terrestre…
AL CIERRE: No puedo dejar de referir un detalle que retrata la contextura profesional del laureado colega: cuando el propietario de Panorama, Esteban Pineda, le solicitó que le revelara el nombre de su informante le respondió: “Esa pregunta no la respondo yo ni ante los tribunales de Nuremberg”.
Seguramente Dios le habrá concedido la merecida gloria al alma de este periodista que hizo honor a la frase de Andrés Eloy Blanco: “lo que hay es que ser mejor y no decir que se es bueno”-