Algunos residentes en el país escandinavo contaron al periódico Business Insider cómo cambiaron ciertos hábitos para protegerse de la pandemia sin llegar a encerrarse en sus hogares, como ha sucedido en gran parte del mundo
La postal que ofrece Suecia es bien diferente a la de la gran parte del mundo en tiempo de coronavirus. Mientras las principales ciudades de Europa llevan semanas de confinamiento, en el país escandinavo tiendas, restaurantes, bares, parques y escuelas siempre permanecieron abiertos. Las autoridades se negaron a aplicar un bloqueo de actividades para hacer frente a la pandemia. Lo que hicieron fue confiar en la conciencia social.
Once personas contaron al periódico estadounidense Business Insider cómo se vive en Suecia en tiempos de cuarentena.
Si bien el Gobierno no aplicó medidas de confinamiento, sí instó a la población a respetar el distanciamiento social e incluso a trabajar desde su casa si es posible. A las personas mayores de 70 años se les pidió permanecer lo más posible en su casa, y evitar viajes innecesarios.
Las únicas restricciones estrictas incluyen la prohibición de reuniones de más de 50 personas. En el caso de bares y restaurantes, sólo pueden atender a clientes sentados. Además, están prohibidas las visitas a residencias de ancianos.
Mazdak Dorosti ya no toma el metro para llegar a su trabajo en un banco de Estocolmo. Para evitar el contacto con otras personas, tal como lo recomendaron las autoridades, ahora va en bicicleta.
Comentó, además, que en la empresa dividieron a los trabajadores en varias oficinas, mientras otros tantos trabajan desde sus casas.
Al igual que Dorosti, Asli Tamer Vestlund reconoció que en su familia también evitan usar el transporte público, aunque mantienen muchas actividades habituales: “Pasamos más tiempo en el bosque y en espacios exteriores en familia que en lugares interiores. Pero nuestros hijos siguen yendo a clases de natación. Yo voy a pedicura y manicura, vamos a la peluquería, etc. Tratamos de ser cuidadosos pero no lo llevamos al extremo”.
Karin Beland Lindahl, profesora de la Universidad Tecnológica de Luleå, vive cerca del Círculo Polar Ártico. Allí no hay casos del virus, que es más activo en el sur del país, donde viven la mayoría de los suecos.
Lindahl trabaja desde su casa porque los campus universitarios están cerrados; y tuvo que celebrar el cumpleaños 80 de su padre por medio de la aplicación Zoom. Pese a esto, reconoció que en esa región se vive con bastante normalidad: “La vida en nuestra comunidad se desarrolla con normalidad en muchos aspectos: vamos de compras, puedes salir a almorzar…”.
Jakob, su hijo de 18 años, dijo que el mayor cambio que tuvo fue asistir a clases de forma virtual. Aunque evita ir al gimnasio, contó que sigue teniendo entrenamiento de fútbol, va a casa de sus amigos o al supermercado, “como de costumbre”.
Cathy Xiao Chen, que ha vivido en la ciudad de Uppsala durante siete años, también contó su experiencia: “Mis horas de trabajo han disminuido, pero sigo yendo a la oficina todos los días para escanear y enviar correos electrónicos. Mi rutina diaria ahora es dormir hasta tarde, tomar el tren a mitad del día y trabajar hasta tarde para evitar viajar cuando hay mucha gente”.
Ylva Beland, estudiante de medicina en la Universidad de Umeå, dijo que está tratando de reducir el número de personas con las que se reúne y no está visitando a sus abuelos: “Me reúno con mis amigos, estudiamos y comemos juntos, y sigo enseñando gimnasia”.
A diferencia de Jakob, ella sí sigue yendo al gimnasio tres veces por semana y comentó que, pese a que los restaurantes y bares están abiertos, “la gente no sale tanto”: “La gente piensa que Suecia está viviendo de manera normal. Vivimos más normal que la mayoría de los países, pero en realidad no es como la vida normal”.
Magnus Sean Clarke, por su parte, vive en Estocolmo y tiene asma, por lo que debe extremar las medidas de cuidado. Por eso, se ducha más seguido y trata de reducir las salidas y los encuentros con amigos. No obstante, aclaró que para su “bienestar mental” volvió de a poco al gimnasio y concurrir a su café habitual.
En línea con lo dicho por Beland, Katarina Eckerberg, profesora de ciencias políticas de la Universidad de Umeå, en el norte del país, dijo a Business Insider que la idea de que las cosas no cambiaron en Suecia durante el brote es un “malentendido”. Según ella, la mayoría de la gente cambió sus hábitos de alguna manera, en lugar de cambiar a una vida completamente nueva.
Aunque la estrategia que aplicó Suecia no sigue las recomendaciones de las autoridades sanitarias internacionales, el medio norteamericano remarcó que la población está satisfecha con las medidas adoptadas. Una de las últimas encuestas incluso muestra que más del 80% de los consultados apoya el enfoque de las autoridades para hacer frente a la pandemia.
Suecia, con una población de 10 millones de personas, tiene más de 2.500 muertes. Sin embargo, ese balance es significativamente más bajo que el de otros países de la región que sí adoptaron medidas drásticas de confinamiento.