José Trinidad Márquez se hace pasar por un ejecutivo del petróleo para conseguir comisiones. Solo en noviembre y diciembre, lanzó su red a una treintena de empresas, entre ellas Samsung o Siemens
A sus 70 años, este venezolano viste como un gran señor. Traje, corbata, pañuelo, gabardina y sombrero de ala ancha. Se cita con sus víctimas en restaurantes de postín o en el lobby de hoteles de cinco estrellas de Madrid, habitualmente cerca de la Castellana. Cuando conoce a alguien, le extiende su tarjeta de visita: director general y CEO para Europa de Pemex, el gigante mexicano del petróleo. Solo en noviembre y diciembre del año pasado lanzó su red a casi treinta empresas, entre ellas multinacionales como Samsung, Siemens, Mitsubishi, Rolls Royce o Morgan Stanley. A todas les pide comisiones para participar en licitaciones irresistibles pero falsas. Al menos una empresa cayó el año pasado en su trampa.
EL PAÍS ha accedido a correos, fotos y WhatsApps de 2024 y enero de este año que muestran que conserva el modus operandi de los años noventa. Así opera un estafador de película que ha sido bautizado por el medio digital venezolano Armando.infocomo el Camaleón criollo.
El domingo 27 de octubre, Márquez escribió un WhatsApp a un autónomo radicado en Murcia y especializado en transcribir audios y vídeos como pruebas judiciales, Eliezer José Marín. Se presentó como “un emisario del doctor Víctor Manuel Navarro Cervantes”, presidente de PMI Holdings Petróleos España SL, filial de Pemex. Le explicó que iban a sacar decenas de concursos y necesitaban a un ayudante para redactar las licitaciones y contactar a las empresas potencialmente interesadas. Le prometió un contrato con Pemex por 4.000 euros al mes como “alto ejecutivo”. El transcriptor, un inmigrante de Nicaragua con cinco hijos en casa, lo tomó al vuelo. Dejó su trabajo habitual para dedicarse por completo a Márquez, creyendo que tenía delante una oportunidad única. El gran timador le dijo que había tenido suerte: “Me lo agradecerás de por vida”.
El transcriptor trabajaba en remoto. Se conectaba por videoconferencia desde casa en Murcia y veía en pantalla a Márquez, de traje y corbata. El petrolero se conectaba también en su domicilio, en un piso amplio y elegante de Madrid. Nunca le hablaba desde la oficina de PMI en la calle Velázquez, en el distrito de Salamanca. Esto causó extrañeza al transcriptor. Márquez le explicó que gracias a la pandemia, se dieron cuenta de que eran más productivos teletrabajando.
Márquez le informó de que PMI tenía previsto sacar concursos en siete ramas: componentes, como turbinas o motores, y también buques de carga completos. Tenía que redactar los pliegos y para ello Márquez le suministró licitaciones reales de Pemex y le dio instrucciones para rellenarlas, un trabajo de sol a sol. También le pasó un listado de empresas y le ordenó que las llamara. Márquez quería reunirse a toda costa con los directivos de ventas de esas compañías.
Los correos vistos por EL PAÍS muestran que las empresas en ocasiones mandaron a empleados de otros países para reunirse con Márquez. Del lado de PMI/Pemex aparecen en copia varios ejecutivos, entre ellos José Márquez, pero también otros, entre ellos el nombre del mandamás de la filial española, Víctor Manuel Navarro. Con el tiempo, el transcriptor se dio cuenta de que eran cuentas de correo falsas.
Las señales de que algo olía mal se multiplicaban. El transcriptor recibió orden de responder a las empresas que la sede de PMI en Madrid no estaba disponible para reuniones. “Nuestras oficinas están diseñadas exclusivamente para la gestión administrativa”, escribió a Elekta y Human Corporis, dos compañías que enviaron delegados desde México a un encuentro el 21 de noviembre. “Por esta razón, como es habitual en nuestra práctica, sugerimos que la reunión tenga lugar en su punto de referencia, ya sea en su hotel o en el Hotel InterContinental de Madrid”.
En otra ocasión, Márquez tenía una cita el 19 de diciembre a las 14.00 en la sede de Siemens en Tres Cantos, al norte de la capital. Siemens indicó que para entrar a las instalaciones debían enviarles por adelantado los DNI, de acuerdo al protocolo de seguridad de la tecnológica alemana. Esto indignó a Márquez, que intuía que podría ser delatado. “¿Qué es esto de que nos pidan la documentación?”, le gruñó al transcriptor.
Cinco horas antes de la cita, Márquez llamó a su empleado informándole de que el presidente de PMI se encontraba muy grave en el hospital. “Víctor Manuel ha tenido un infarto”, le dijo consternado. “Informa a Siemens de que la reunión debe ser suspendida”.
Los correos reflejan las condolencias por aquel fantasioso infortunio. “Lamentamos informarles de que esta mañana temprano nuestro presidente ha sufrido un percance de salud”, escribió el transcriptor. Un directivo de Siemens extendió “sus más sinceros deseos de una pronta recuperación”. Y añadió: “Apoyamos por completo la necesidad de priorizar la salud de su presidente”.
El empleado de Murcia también le dijo a Márquez que lamentaba el infarto, y este le pasó el teléfono a una persona que habló por algo menos de treinta segundos: “Me han dado reposo y no puedo hablar mucho. Gracias por tu llamada”. A estas alturas el transcriptor estaba casi seguro de que le tomaba el pelo.
Otro día, como era habitual, hablaba por videoconferencia con Márquez cuando sonó el timbre en el domicilio de este.
—Te llamo luego, dijo Márquez, que por accidente dejó que continuara la llamada.
—Policía Nacional, se escuchó de fondo.
―Pues que me citen. Yo no me oculto. Ustedes me tienen que dar la carta para que yo me presente.
El transcriptor alucinaba. Cuando los agentes se fueron, colgó para que el farsante pensara que no lo había oído.
“Te vende la moto”
Las empresas en la mira de Márquez reaccionaron de forma muy diversa. Fernando Marcos, director comercial del fabricante alemán de motores MAN Energy asegura que no se tragó nada cuando Márquez le llamó. “Me tuvo media hora dándome una turra”, rememora. “Y yo pensaba, ¿pero qué hace un tipo en España pidiendo comprar motores para mandarlos a Asia? Lo normal es que México trate con México, España con España y Asia con Asia”.
Sin embargo, al menos una compañía picó el anzuelo. Se trata de una inmobiliaria que pagó 12.000 euros como fianza para competir en un concurso por el cual Pemex buscaba una empresa que canalizara inversiones de los ejecutivos petroleros en villas de lujo. “Es un artista de la estafa que te vende la moto”, dice este empresario, que pide anonimato. La víctima no ha denunciado. “Es mucho dinero, pero tampoco me voy a morir por ello”.
El transcriptor finalmente confirmó sus sospechas cuando recibió un correo de Pemex, antes de Navidades. Semanas antes, les había escrito para averiguar si Márquez era un caradura. El departamento jurídico lo confirmó: “Este hecho constituye una tentativa de delito y usurpación de identidad relacionada con operaciones ficticias”.
En Google, el transcriptor encontró más información. Descubrió su largo historial de problemas con la ley. En 1998, Márquez intentó estafar a Astilleros Españoles; en 2009, estafó 247.000 euros a la empresa de infraestructura petrolera Técnicas Reunidas, y fue condenado tres años después. En 2014, extrajo 4,5 millones de euros del mayor banco portugués, Espirito Santo. En 2015, engañó supuestamente a Gustavo Eustache, que hoy es un diputado del grupo popular de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Y en 2017, también fue acusado por una estafa a las empresas del exvicepresidente del Real Madrid, Fernando Fernández-Tapias.
Fuentes judiciales y de la Fiscalía no han podido aclarar su situación procesal, pero se sabe que hace años pasó una temporada en la cárcel madrileña de Estremera. Durante parte de la última década, se presentó al mundo como Domingo Galán, el nombre de un humilde mostoleño al que le robó sus documentos.
Después de Navidad, la relación entre Márquez y el transcriptor se tensó. Este ya solo quería cobrar. No había visto ni un euro a pesar de pasar días enteros al ordenador. El 27 de diciembre, le hizo un anuncio importante por WhatsApp.
—José, no te había podido llamar porque andaba viendo un trabajo (por unos cuantos días) para poder tener algo de dinero y comprar comida. Me voy a dormir porque mañana me tengo que levantar a las 5 am. Voy a trabajar con un señor en el campo, le llamo mañana por la tarde, según dice terminamos tipo 7 de la tarde.
―Igualmente; ten cuidado con eso. Dios te cuide, hasta mañana.
―Gracias… Ya veré qué tal me va, nunca he trabajado en el campo, pero dicen que la necesidad tiene cara de… Buenas noches, José.
―Eso es muy complicado, respondió el señor de traje y corbata, ―Buenas noches, estimado amigo.
A mediados de enero, lo denunció a la Policía. El caso está siendo investigado por la Unidad de Delitos Económicos y Financieros. El timador no ha respondido a los intentos de comunicación de este periódico.
Y Márquez tampoco contesta al transcriptor. Este cree que sigue activo. “Debe estar buscando a alguien que le ayude para seguir haciendo de las suyas”. Considerando sus casi 30 años de impostura, probablemente tiene razón.
¿Tiene algo que contar? Escriba al autor a [email protected]