El dirigente del Partido Morado, de 76 años, se convirtió en el tercer mandatario del país en una semana tras la destitución de Martín Vizcarra y la renuncia de Manuel Merino. Su principal objetivo será mitigar la tormenta política en el país y liderar una transición pacífica hasta las elecciones presidenciales de abril de 2021
Después de varios idas y vueltas, este lunes el Congreso de Perú aprobó la candidatura de Francisco Sagasti, quien se convirtió en el tercer presidente del país en una semana tras la destitución de Martín Vizcarra, y la renuncia de Manuel Merino.
El ingeniero industrial, investigador y autor, de 76 años, se desempeñó como congresista de la República desde marzo de este año para el período 2020-2021.
En sus comienzos desarrolló varios cargos en el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada tras el golpe de Estado de 1968. En esa época supo ser asesor del ministro de Industria, el contralmirante Alberto Jiménez de Lucio. Asimismo, colaboró en asuntos de industrialización y tecnología, y asesoró al Consejo de Investigación Nacional.
De 1985 a 1987 fue asesor del entonces ministro de Relaciones Exteriores, Allan Wagner Tizón, durante el gobierno de Alan García. Luego, entre 1988 y 1989, se desempeñó como presidente del Comité Consultor de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo de las Naciones Unidas.
En su larga trayectoria también fue alto ejecutivo del Banco Mundial, donde ejerció como jefe de la División de Planeamiento Estratégico entre 1987 y 1990. Luego, de 1990 a 1992, pasó a desempeñarse como asesor principal de los Departamentos de Evaluación de Políticas y de Relaciones Externas del organismo internacional.
Sagasti también ejerció como profesor en la Universidad del Pacífico y en la Pontificia Universidad Católica del Perú, entre otras casas de estudio.
En 1996 fue secuestrado por el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, en el marco de la toma de la residencia del embajador de Perú. Después de un par de días en cautiverio fue liberado y regresó a Costa Rica, donde se encontraba viviendo.
Sagasti escribió más de diez libros sobre política, economía, desarrollo y tecnología, entre otros temas.
El ahora mandatario interino había ocupado el lugar de primer vicepresidente en la anterior propuesta presidencial fallida que lideraba la legisladora izquierdista Rocío Silva Santisteban, cuya candidatura no prosperó en la sesión del domingo por la noche al conseguir sólo 42 votos afirmativos (lejos de los 60 necesarios), 52 en contra y 25 abstenciones, con rechazos de partidos que habían comprometido su apoyo, varios de ellos participantes de la vacancia de Vizcarra.
Si bien en un primer momento se presentaron dos listas multipartidarias, a última hora el Congreso anunció que se procedió a retirar la encabezada por María Teresa Cabrera (Podemos). De esta manera, el camino quedó allanado para que Francisco Sagasti se convierta en presidente de la República.
El dirigente del Partido Morado llega al poder en medio de una de las peores crisis políticas de la historia de Perú. Vizcarra fue destituido el pasado 9 de noviembre tras la aprobación de una moción de censura en el Congreso y el cargo fue asumido por Merino, pero nada más asumir el cargo comenzaron las protestas que se agravaron hasta que el sábado murieron dos personas y 107 resultaran heridas en las movilizaciones, de las cuales 34 continúan hospitalizadas. Además hay 65 desaparecidos. El principal objetivo de Sagasti será mitigar la tormenta política en el país y liderar una transición pacífica hasta las elecciones presidenciales de abril de 2021. La toma de posesión del presidente tendría lugar el 28 de julio de 2021.
El flamante presidente de Perú es una figura de relativo consenso, bien visto tanto por la izquierda y la derecha, y con un perfil que puede ayudar a tranquilizar a una ciudadanía hastiada con los manejos políticos y los intereses subalternos evidenciados por los partidos que impusieron la destitución de Vizcarra y la asunción de Merino.
De hecho, fue uno de los pocos diputados (solo 19 de 130) que se opuso activa y pasivamente a la destitución de Vizcarra por su carácter ilegítimo, desestabilizador y su alejamiento de la voluntad popular, lo que finalmente se ha terminado de mostrar en los hechos.