Por Victor Suarez
Antonio no quiere ir a la guerra e inventa cuanta trampa hay para retrasar el embarque. Doce días antes del estallido de la II GM, en 1939, se casa con Giovanna. Ese truco le falla. Luego simula locura, pero le descubren la farsa. Finalmente es enviado al Frente Ruso. Cuando termina la guerra, Antonio no regresa a casa y se le considera desaparecido en acción. Pero Giovanna está convencida de que su gran amor ha sobrevivido y que todavía está en la Unión Soviética. Decidida, viaja hasta allá para encontrarlo. Lo que no se espera es que Antonio ha rehecho su vida, en la que ella no parece tener sitio.
Antonio es Marcelo Mastroianni, Giovanna es Sofía Loren, el director es Vittorio de Sica y la música es de Henry Mancini. “Los girasoles de Rusia” (“I Girasoli) fue la primera producción cinematográfica del “Oeste” filmada en el “Este”. En 1970 se estrenó y en Caracas la vimos. En el cartel del Radio City aparecía una leyenda que decía: «Una mujer nacida para el amor. Un hombre nacido para amarla. Un momento atemporal en un mundo enloquecido», no recuerdo si firmada por el crítico Rodolfo Izaguirre o por Nicolás Trincado, que era el periodista de Blancica, una de las distribuidoras de películas en Venezuela. (Se requiere precisión en el aserto. Nota de Vitipedia).
La película se filmó en Moscú (donde solo vi girasoles en maceta) y en Poltava, una ciudad considerada “centro espiritual” de Ucrania, por sus aportes al arte, las letras y la identidad nacional de los ucraínos. Esos inmensos campos esplendorosos cundidos de amarillo son los que le dan esplendor y sabor natural a ese cine italiano de plano abierto continuo en el que casi se percibe a las flores, al unísono, cambiar su exposición según el sol vaya naciendo o feneciendo.
El girasol, por ese amarillo encendido que despierta, se mueve y busca en la luz directa su perennidad, es la flor nacional de Ucrania. Ese amarillo candela se reserva la mitad de su bandera. Amarillo, para gloria de Giovanna y Antonino, es lo que luce; un putín nace donde quiera.
Poltava hoy es asediada sin piedad por los invasores rusos. Pero lucha en su escenario natural, sus inmensos campos de donde sale el 54 por ciento de todo el aceite de girasol que se consume en el mundo. Largas filas de voluntarios se aprestaban ayer a recoger armas para combatir. Allí Yuri Kondratiuk, pionero de la astronáutica y de los viajes espaciales, a los veinte años de edad, inspirado en ese tallo que parece un pescuezo giratorio, ya anticipaba formas de llegar a la luna. Y España, que importa de Ucrania el 25 por ciento de aceite de girasol que consume, me ha dado la oportunidad, como en mi país, de seguir friendo todos los huevos de mis desayunos. Solo por eso, crepito por Ucrania, como Nikita, el jodedor ucraíno que enterró a Stalin.