Hoy repongo este material del mas grande de nuestros amigos, Manuel Lorenzo Colina Hidalgo, periodista deportivo, narrador extraordinario y rey de las picardías permisibles en la plaza de toros y en las fuentes del entretenimiento, era el maestro del engaño «blanco» con él viví muchas travesuras de mi juventud periodística, de cada evento él creaba una oportunidad de publicar un afiche, una pagina o un folleto, su periódico El Zulia Deportivo, y además su programa de radio «La mañana es mía» que se trasmitía por Radio Petroquímica y Catatumbo internacional. Macohi partió a jugar en las grandes ligas. QEPD.
Un brillante sol iluminaba el coso de La Trinidad, en una de las tradicionales Ferias que en honor a nuestra Virgen morena, inician el paseíllo del tiempo hacia la Navidad, en la Tierra del Sol Amada.
Fieles a la tradición, los boletos y afiches anunciaban que “Si Dios y el tiempo lo permiten, a partir de las 4,30 de la tarde se lidiarán a muerte seis Toros de la Ganadería Rancho Grande, por los matadores Paco Camino (El Sabio Niño de Camas) Manuel Benítez “El Cordobés” (español) y Dámaso González, el pundonoroso diestro que venía de conquistar un rosario de triunfos en las maestranzas del país azteca.
Un lleno hasta las banderas era celebrado por la empresa de Hugo Domingo Molina con un escueto cartelón en todas las taquillas: No hay boletos.
Fue una tarde apoteósica. Los astados demostraron su casta y los toreros “pusieron la carne en el asador”, mezclando arte, valor y temeridad para conquistar aplausos y gloria.
Sin embargo, el gran triunfador de esta memorable fecha fue el “mataor” Manuel Lorenzo Colina “Macohi” quien hizo en las puertas de los diferentes tendidos, una labor de filigrana, para que miembros de la familia pudieran acceder a la plaza, toreando a los porteros de la empresa, celosos miuras a la hora de defender los intereses del empresario.
Lencho, en las primeras horas de la tarde, convenció a nuestra hermana Elba, que ella era invitada de honor de Hugo Domingo Molina para que se fuera, como efectivamente hizo, con Caprilito, hermano nuestro, distinguido miembro de la dinastía periodística Colina, que se ganó el apelativo con el que lo conoció el país sudando tinta y palabras, compitiendo con la Cadena Capriles en número de publicaciones (Era, entonces, un Capriles pequeño, un Caprilito).
Dispuestos a ponerle banderillas de alegría a una tarde radiante, Elba y Luis “arrancaron en fa”, expresión frecuente en el verbo de Macohi, en su sempiterno afán por imprimirle ritmo y alegría a la cotidianidad.
Elba Edicta, maestra normalista, se animó a brindar una lección de elegancia. Ni corta ni perezosa, se puso su traje de maja. Blusa de grana y oro. Falda afarolada de azabache. Una vistosa peineta y un sombrero cordobés coronaban sus cienes. Se apareció en la entrada de sombra numerada, como había acordado con nuestro querido hermano Lencho.
Abriéndose paso, con los brazos, Lencho en medio de la muchedumbre gritó:
-Olé por su gracia, doña, el mataor la está esperando, me mandó a recibirla ¡! Siga adelante!.
El portero le embistió:
-y quien es esa ?
-La mamá de Paco Camino. (le clavó esa banderilla el gordo ) Te la presento.
Superado el lance, dos minutos más tarde estaba Elba tomando manzanilla en el Palco Oficial, flanqueada por Numa Márquez García, Presidente de la Cámara Municipal y Guillermo Angulo López, Presidente de la Comisión Taurina de Maracaibo.
Airoso en este primer tercio, el gordo le dió vuelta al ruedo por los kioskos de cerveza y se dispuso a recibir con una verónica a Geovanka Elena y Lucila, su heredera y esposa, respectivamente, que lucián sus mejores galas, en la entrada de sombra numerada.
Geovanka, por instrucciones precisas de su papi, lucía una corona de reina de carnaval y su mamá la “cañadera “ esbozó su mejor sonrisa, cuando Macohí, acompañado de un oficial de policía las saludó con gran alborozo:
-Bienvenida la Reina de la Feria y su mamá. Gracias por iluminarnos la tarde.
-Agente: por favor, (le dijo a un policía amigo): escóltelas hasta el Palco….
Dos cervezas y cuatro botazos de jerez más tarde, le informan a Macohi que Manuel jr. (su hijo) y Hugo (un querido sobrino), no habían podido entrar.
Sin inmutarse, con la serenidad que le da templanza al espíritu de quienes son diestros en el arte de enfrentarse a los pitones de las dificultades, les indica que se presenten a la puerta de toriles y a todo pulmón, lanzó un clarín:
-Hugo Del Mar y Manuel Colina.
Cuando Hugo y Manolo se acercan les reclama:
-Pasen irresponsables. La corrida no ha empezado por ustedes !.
El cancerbero de Hugo Domingo, con pinta de picador, pregunta en tono airado:
-y estos quienes son ??.– Los músicos de la orquesta. El paseíllo no ha comenzado esperando por ellos.
Minutos más tarde, la Banda del maestro Gregorio Garrido ejecutaba un paso doble para iniciar la fiesta taurina que ya tenía un triunfador: Macohí, que con su sapiencia y agilidad mental le cortó rabos y orejas a los adiestrados y furiosos “ejemplares” de Hugo Domingo Molina. Un olé por Lencho.
(que en paz descanse)