jueves, noviembre 21, 2024
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«No llevar mascarillas es estúpido porque sirven para contener la epidemia del coronavirus»

Wang Xinghuan, director de Leishenshan, uno de los dos hospitales construidos en diez días en Wuhan, recomienda máscaras, cuarentenas estrictas y pruebas masivas para contener la enfermedad Covid-19

Wang Xinghuan, director del Hospital de Zhongnan, se ha encargado de gestionar la emergencia en el recinto de Leishenshan, construido en solo diez días – Pablo M. Díez
Pablo M. Díez

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ENVIADO ESPECIAL A WUHAN 

Los médicos de Wuhan, los primeros que se enfrentaron al coronavirus, lo tienen claro. Para contener la epidemia, hacen falta mascarillas, confinamientos estrictos y pruebas masivas que sirvan para detectar y aislar a los enfermos y también a aquellos que dan positivo en las pruebas pero no tienen síntomas, pues pueden contagiar a otros pese a no sufrir fiebre ni tos seca. En una visita al Hospital de Leishenshan, construido en diez días para paliar la falta de camas en Wuhan tras el estallido de la epidemia, ese es el mensaje que más han recalcado sus responsables. Un buen consejo para sus compañeros en Occidente y sus gobernantes, que se muestran reacios a extender el uso de máscaras entre la población alegando «diferencias culturales» con Asia.

«No llevar mascarillas es estúpido porque sirven para contener la epidemia del coronavirus», zanjó el debate el director del Hospital de Zhongnan, Wang Xinghuan, encargado de gestionar este recinto de emergencia con 1.402 camas. En su opinión, ese es el detalle que está marcando la diferencia entre el alto nivel de contagios y la mayor mortalidad en Europa y Estados Unidos. «Me gusta hablar con mis colegas de Nueva York cada noche. Debido a la falta de máscaras entre los médicos, las infecciones suben rápidamente. Llevar mascarilla es muy importante porque es un método científico de protección. Si no llevamos máscaras, no se podrá controlar la epidemia», advirtió en una comparecencia ante una veintena de medios nacionales y otros tantos extranjeros. Como símbolo del distanciamiento social que ha traído el coronavirus, la rueda de prensa fue al aire libre pese al frío y al viento.

Haciendo frente también a los elementos, el doctor Wang recomendó además confinamientos rigurosos. «Las cuarentenas voluntarias en el domicilio particular no funcionan y hacen falta muchas pruebas para detectar a los enfermos y a los asintomáticos, a quienes hay que aislar fuera del domicilio familiar para que no contagien a otros», aconsejó con mucha seriedad.

Construido a base de módulos con contenedores, el Hospital de Leishenshan dispone de 1.400 camas y habitaciones de presión negativa para aislar a los enfermos de Covid-19
Construido a base de módulos con contenedores, el Hospital de Leishenshan dispone de 1.400 camas y habitaciones de presión negativa para aislar a los enfermos de Covid-19 – Pablo M. Díez

Como se están dando casos de pacientes curados que vuelven a dar positivo en las pruebas del coronavirus, destacó la necesidad de guardar dos semanas de cuarentena tras el alta. Aunque matizó que «su número es bajo y no se han detectado transmisiones por parte de los enfermos recuperados», dejó claro que «eso no significa que no sean un riesgo». Para que no haya un rebrote, la vigilancia es fundamental todavía en Wuhan, pues, a tenor de los datos de curados con anticuerpos, no hay inmunidad de grupo.

A preguntas de ABC sobre la fiabilidad de las cifras oficiales de China, que despiertan ciertas dudas porque contabilizan unos 83.000 contagiados y 3.300 fallecidos, reconoció que «hubo un tiempo breve en que no podíamos hacer las pruebas a todos los enfermos y el hospital de Zhongnan no tenía camas, por lo que hubo gente que murió sin que le efectuara el test, pero no muchos».

Construido por 15.000 trabajadores en solo diez días y con una estructura modular a base de contenedores, el Hospital de Leishenshan («Monte del Dios del Trueno») ha atendido desde el 8 de febrero a un total de 2.011 pacientes, de los que 1.300 estuvieron durante su pico de máxima ocupación. Aunque su diseño estaba previsto para 1.500 camas, perdió finalmente un centenar. Con el fin de aislar a los pacientes y que no infecten a los médicos, hay habitaciones de presión negativa y, para los casos más graves, dos zonas de cuidados intensivos para 60 enfermos. Aún hoy, semanas después de dar por controlada la epidemia, quedan ingresados 14 pacientes, todos mayores y con otras enfermedades que les impiden recuperarse del coronavirus. Los médicos chinos confían en que el resto del mundo aprendan de su experiencia, con sus aciertos y sus fallos, para acabar con la pandemia.

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