Kiev, Ucrania y Minsk, Belarús (CNN)– Las fuerzas de seguridad rompieron la calma de la madrugada en el complejo turístico de la época soviética situado a las afueras de Minsk, la capital de Belarús, para detener a 32 mercenarios rusos.
Faltaban menos de dos semanas para las elecciones presidenciales de Belarús del año pasado y las autoridades sospechaban que los extranjeros habían sido enviados desde Rusia para interferir.
Efectivamente, los hombres formaban parte de una misión. Pero el objetivo no era Belarús, y no estaban bajo las órdenes de ninguna entidad rusa. Les habían tendido una trampa. Los 32, junto con otro hombre detenido en el sur de Belarús, fueron objeto de una elaborada operación de inteligencia por parte de Ucrania, con el conocimiento y supuesto apoyo de Estados Unidos.
Tres exfuncionarios de alto rango de la inteligencia militar ucraniana describieron en exclusiva a CNN cómo orquestaron la extraordinaria operación destinada a sacar de Rusia a presuntos criminales de guerra para que fueran juzgados por las atrocidades cometidas en el este de Ucrania, donde los separatistas respaldados por Moscú llevan años luchando.
En primer lugar, los agentes ucranianos se hicieron pasar por una empresa militar privada rusa, reclutando para trabajos de seguridad que se pagaban por encima de la tarifa vigente, ofreciendo un lucrativo contrato de US$ 5.000 al mes para proteger las instalaciones petroleras venezolanas, según dijeron a CNN los hombres, que hablaron bajo condición de anonimato porque no están autorizados a hablar sobre la delicada operación.
Cientos de aspirantes a contratistas rusos mordieron el anzuelo y solicitaron el trabajo, dijeron las fuentes, dando a la inteligencia ucraniana una oportunidad sin precedentes para comenzar a identificar y atraer a los sospechosos de crímenes de guerra.
«Empezamos a llamarlos y a decirles: ‘Oye, vale, cuéntame algo sobre ti. Tal vez no seas realmente un combatiente, tal vez seas un fontanero o algo así'», dijo uno de los exoficiales de inteligencia militar a CNN sobre las llamadas de investigación a los solicitantes.
«Y entonces empezaron a revelar cosas sobre ellos mismos, enviándonos documentos, identificaciones militares y pruebas de dónde habían luchado. Y nosotros, pensamos, ‘bingo, podemos usar eso'», añadió la fuente.
En otras palabras, según los oficiales de inteligencia, los propios objetivos empezaron a enviar pruebas de quiénes eran, de su experiencia militar e incluso de las batallas e incidentes concretos en los que habían participado, incluyendo documentos de identidad y fotos y videos potencialmente incriminatorios de sus hazañas en el este de Ucrania y en otros lugares.
Un video compartido con CNN por las fuentes de inteligencia militar mencionadas, capta a un grupo de combatientes rebeldes en el este de Ucrania sosteniendo los restos de un avión militar que, según las fuentes, acababa de ser derribado, un delito calificado como terrorismo en Ucrania.
Otros solicitantes se vinculan al atentado contra el MH17, el vuelo de Malaysian Airlines que iba de Ámsterdam a Kuala Lumpur y que fue derribado en julio de 2014 sobre territorio ucraniano controlado por los separatistas prorrusos. Las 298 personas que iban a bordo del avión murieron. Un equipo de fiscales internacionales liderado por Holanda dijo que el avión fue derribado por un misil traído desde Rusia y disparado desde un pueblo controlado por los separatistas. Rusia ha negado cualquier participación en el suceso.
«Había dos que estaban presentes cuando se lanzó el misil que derribó el MH17. Otros cuatro eran miembros de un grupo responsable de derribar nuestro avión militar y de matar al menos a 70 de nuestros mejores hombres», dijo a CNN una segunda exfuente de la inteligencia militar ucraniana.
«Identificar y castigar a estas personas era de gran interés para nosotros», añadió.
Al parecer, también era de interés para los servicios de inteligencia de Estados Unidos, aunque los funcionarios del país niegan haber desempeñado un papel directo. Según los funcionarios de la inteligencia de Ucrania, la operación dirigida por los ucranianos recibió dinero en efectivo, asistencia técnica y asesoramiento de la CIA sobre cómo atraer a los mercenarios rusos.
Un alto funcionario de EE.UU. dijo a CNN que esas afirmaciones son «falsas».
Indicó que la inteligencia estadounidense estaba al tanto de la operación, pero negó su participación. El funcionario, que pidió el anonimato por no estar autorizado a hablar públicamente, sugirió que los esfuerzos por implicar a las agencias de Estados Unidos pueden ser un intento de compartir, o incluso pasar, la culpa de lo que fue una operación ucraniana de alto riesgo que salió mal.
CNN pasó semanas en Ucrania, verificando y revisando los relatos de la operación y hablando con los hombres que estaban dentro.
Hacerse pasar por una empresa militar privada tenía sentido: los contratistas militares vinculados al Kremlin se han convertido en un aspecto bien conocido de la vida de los veteranos rusos.
CNN ha rastreado anteriormente a mercenarios rusos que operan en Libia, la República Centroafricana, Siria y Mozambique, entre otros países. A menudo, los soldados a sueldo trabajan para Wagner, una importante empresa militar privada supuestamente vinculada a Yevgeny Prigozhin, un aliado del presidente de Rusia Vladimir Putin, aunque Prigozhin niega las conexiones. El anuncio de las detenciones en el centro turístico de Minsk por parte de las autoridades de Belarús decía que los detenidos trabajaban para Wagner.
Al no ser detectada su artimaña de reclutamiento a través de la web, los funcionarios de inteligencia ucranianos se limitaron a elegir a los hombres con los vínculos más estrechos y controvertidos con Ucrania y les ofrecieron los contratos falsos de Venezuela, dijeron las fuentes.
Escogieron a 28 rusos supuestamente vinculados a actos ilegales en Ucrania y a cinco más sin conexiones para disipar cualquier sospecha, dijeron.
A los rusos se les dijo que volarían a Turquía para conectar con un vuelo a Caracas. El verdadero plan era llevarlos a Ucrania, donde podrían ser detenidos, dijeron las fuentes a CNN.
La pandemia de coronavirus supuso un giro inesperado en el plan cuando Rusia cerró sus fronteras para detener la propagación del covid-19.
Sin embargo, Moscú siguió permitiendo viajar a su vecino y aliado Belarús. Según las fuentes ucranianas, los involuntarios reclutas fueron transportados por tierra hasta Minsk en autobús, desde donde pensaron que pronto partirían hacia Venezuela.
Pero una vez en Minsk, hubo un retraso. Se les dijo que tardarían unos días en salir y se les trasladó al Sanatorio Belorusochka, un discreto centro de salud de la época soviética situado en una tranquila reserva a 15 minutos de la capital, donde, según las fuentes, se esperaba que pudieran pasar desapercibidos.
Los fornidos mercenarios en la reserva que promete «confort y comodidad» en medio de la «ausencia de alboroto en la ciudad y de preocupaciones cotidianas» parecían fuera de lugar, si no es que sospechosos, recordó un empleado.
«Sí, lo recuerdo, los conocí», dijo un guardia de seguridad a CNN el mes pasado. «Pasaron un par de días aquí. No hicieron nada que nos molestara», dijo, y añadió que las detenciones fueron una sorpresa. «La gente viene aquí porque hay una hermosa reserva al otro lado del sanatorio», dijo.
El retraso fue lo suficientemente largo como para que los servicios de seguridad de Belarús actuaran, justo horas antes de que el grupo tuviera que volar, según las fuentes de CNN.
En ese momento, algunos sospecharon de la participación rusa. En escenas dramáticas, retransmitidas por la televisión estatal de Belarús, los hombres detenidos desfilaron en la pantalla y se mostraron sus documentos de identidad como prueba de sus antecedentes militares rusos.
«Tenemos información confirmada de que estos rusos tenían experiencia real de combate y habían participado en conflictos armados», reveló en la televisión estatal un comandante de la policía sin nombre y fuertemente disfrazado.
Un antiguo asesor presidencial de Belarús declaró a CNN, bajo condición de anonimato, que las autoridades creyeron inicialmente que el grupo había sido enviado al país por los rusos para desestabilizar el país antes de las próximas elecciones.
El asesor dijo a CNN que había confusión en Minsk por lo que parecía ser una agresión de sus aliados rusos.
El Kremlin también parecía estar desprevenido, y su portavoz dijo a los medios de comunicación rusos que «no tenían información completa» sobre el incidente. El Kremlin negó posteriormente haber enviado a los hombres para interferir en los asuntos internos de Belarús.
El presidente de Ucrania Volodymyr Zelensky, también se involucró, pidiendo la extradición de los hombres a Ucrania durante una conversación telefónica con el presidente de Belarús, Alexander Lukashenko, pocos días después de las detenciones.
«Espero que todos los sospechosos de realizar actividades terroristas en el territorio de Ucrania sean trasladados a nosotros para su enjuiciamiento de acuerdo con los documentos legales internacionales vigentes», dijo Zelensky, según una lectura de la conversación telefónica.
Un par de días después, Lukashenko rechazó esa petición. Habló con Putin y ambos líderes «expresaron su confianza en que la situación se resolvería», según un comunicado del Kremlin.
Una semana después de esa llamada, Rusia anunció el regreso de los 32 rusos detenidos en el sanatorio. El número 33, que tenía doble nacionalidad bielorrusa y rusa, se quedó en Belarús.
El presidente de Ucrania ha negado públicamente que hubiera una operación por parte de su país, declarando a la televisión nacional en junio de 2021 que su país había sido «arrastrado» al asunto.
«Entiendo que la idea de esta operación fue idea de, digamos, otros países, definitivamente no de Ucrania», dijo.
Los funcionarios de Ucrania no respondieron a la solicitud de CNN de comentarios para este reportaje.
Pero, según las fuentes ucranianas de CNN, el fracaso fue un duro golpe para la inteligencia de su país, que, según dicen, había trabajado para enganchar a los sospechosos rusos durante cerca de 18 meses.
«Si estas personas hubieran acabado aquí en Ucrania, los detalles de sus actos criminales se habrían conocido en todo el mundo», dijo una de las fuentes a CNN.
«Ucrania podría haberlos llevado ante la justicia y demostrar que nuestra lucha con Rusia es seria y que no levantaremos las manos en señal de rendición», añadió la fuente.
— Matthew Chance reportó desde Kiev y Zahra Ullah reportó desde Minsk. Katharina Krebs contribuyó desde Kiev.