Un análisis de datos hecho por The New York Times sugiere que la cifra de muertes en el país es 15 veces más alta que el registro oficial de víctimas de coronavirus, algo que llama la atención sobre los daños que el virus puede causar en los países en desarrollo.
Por José María León Cabrera y Anatoly Kurmanaev
Newyor Times
QUITO — Ecuador ha sido devastado por el coronavirus: queda claro con los cuerpos abandonados en las aceras, desplomados en las sillas de ruedas, puestos en ataúdes de cartón y apilados por centenas en las morgues.
Pero la epidemia es incluso peor de lo que muchos ecuatorianos creen.
La pandemia ha dejado una cifra de fallecimientos en Ecuador que es al menos 15 veces más alta que la cantidad oficial reportada por el gobierno, según indica un análisis de los datos de mortalidad realizado por The New York Times.
Los números sugieren que el país sudamericano sufre uno de los peores brotes del mundo.
Las cifras son un terrible indicador del daño que el virus puede hacerle a los países en desarrollo, donde rápidamente puede llegar a abrumar los sistemas de salud e incluso la capacidad del gobierno de llevar el registro de cuántas personas sucumben a causa del virus.A detalle en inglésLee sobre las cifras de muertes no reportadas.
“Había gente muriéndose a las puertas de nuestras clínicas y no teníamos cómo ayudarlas”, dice Marcelo Castillo, jefe de la unidad de cuidados intensivos en un hospital privado. “Madres, esposos, pidiendo entre lágrimas una cama, porque ‘tú eres doctor y tú nos tienes que ayudar’”.
Una cantidad pasmosa de personas murió —aproximadamente 7600 más que el promedio en los últimos años— en Ecuador del 1 de marzo al 15 de abril, según el análisis del Times de los datos oficiales de registro de defunciones.
Ese aumento contrasta con la cantidad de muertes que el gobierno ha atribuido oficialmente al coronavirus: para el 15 de abril, 503 personas.
Los datos de mortalidad en medio de una pandemia son inexactos, y pueden cambiar. Las muertes adicionales incluyen aquellas provocadas por la COVID-19 y también las defunciones por otras causas, como las de personas que no pudieron recibir atención porque los hospitales estaban rebasados por pacientes del coronavirus.
Sin embargo, los datos apuntan a un enorme, y repentino, aumento de muertes. Durante las dos primeras semanas de abril, cuando la cantidad de enfermos alcanzó un pico, el número de personas que murieron en Ecuador fue tres veces mayor de lo habitual; un aumento extraordinario que supera lo observado en datos similares de España y el Reino Unido.
El gobierno acorralado de Ecuador, que también está lidiando con su peor crisis económica en décadas, reconoció al inicio del brote que sus cifras oficiales de contagio y mortalidad no se aproximan a la realidad.
“Sabemos que tanto en número de contagios, como de fallecimientos, los registros oficiales se quedan cortos”, dijo el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, en un mensaje al país el 2 de abril. “La realidad siempre supera el número de pruebas y la velocidad con la que se presta la atención” en los servicios médicos.