El comercio de marihuana ya no supone una de las principales ganancias para el narcotráfico, que ha virado su negocio hacia el fentanilo. Una de las principales razones es que esta sustancia puede producirse todo el año con mayor porcentaje de beneficio. Su ritmo de crecimiento es imparable, como muestran las incautaciones de este opioide ilegal que realizan las autoridades en la frontera con México. Solo en los tres primeros meses de este año, se han interceptado 3.800 kilos, el doble de lo decomisado el año pasado y que se acerca a la cantidad total de todo lo incautado en 2020. Una cifra desorbitada si se tiene en cuenta que en octubre y diciembre del año pasado se alcanzó un récord, con 1.090 kilos incautados.
Por su parte, el Gobierno de México ha publicado un estudio sobre el consumo de heroína y cocaína en las ciudades fronterizas con Estados Unidos. El análisis concluyó que el fentanilo estaba presente en el 93 por ciento de las muestras de heroína en polvo y el en el cien por cien de las muestras de la droga ‘speedball’, una combinación de heroína y metanfetamina.
El problema es tal que el gobernador de Texas, Greg Abbott, expresó en un comunicado su deseo de fortalecer las penas para aquellos que distribuyan este narcótico: «Sólo este año, el Departamento de Seguridad Pública de Texas ha incautado suficiente fentanilo para matar a toda la población de Texas y California juntas», sentenció. Las cifras son elocuentes: las confiscaciones han crecido un 950 por ciento en la frontera de Texas con México.
Un desgarrador hito ha hecho que la administración estadounidense reaccione: más de 93.300 personas murieron por sobredosis en 2020, un incremento del 30 por ciento respecto del año anterior y la mayor cifra anual registrada en su historia. De estas muertes, unas 57.550 se produjeron por sobredosis causadas por opioides sintéticos, principalmente fentanilo. Esto supone un aumento del 54 por ciento en relación con las muertes en 2019, según datos que Robert Anderson, jefe de estadísticas de mortalidad del Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias, facilitó a ‘The Wall Street Journal’. «Definitivamente, el fentanilo es el factor principal», afirma Anderson.
Tercera ola de opioides
El Departamento de Justicia estadounidense, el FBI y el ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas) callan ante el abuso de esta sustancia. Sin embargo, la vicepresidenta Harris sí alertó de los peligros del fentanilo y recordó a México «la necesidad de reforzar la seguridad en los puertos».
Según Harris, es fundamental controlar el tráfico marítimo procedente de China que llega a tierras americanas. El gobierno estadounidense es consciente de la tercera ola de opioides que se avecina, una amenaza que se suma al consumo de analgésicos con receta y al de heroína.
China es el mayor productor de fentanilo, una sustancia que curiosamente se fabrica en laboratorios de Wuhan, la ciudad donde se originó el coronavirus. El expresidente de Estados Unidos Donald Trump trasladó hace dos años al presidente de China, Xi Jinping, la voluntad de prevenir la epidemia de las drogas sintéticas y propuso su ilegalización. Los productores de fentanilo cambiaron entonces su composición para que entrara en los márgenes legales. La tesis de los expertos del gobierno de EE.UU. es que la industria farmacéutica impulsó la prescripción y distribución de opioides más allá de lo razonable, creando una adicción generalizada.
Actualmente, los componentes en bruto son enviados a México, donde se fabrica el producto final y se distribuye a Estados Unidos, el principal consumidor. La inspección en la frontera, que es cada vez más intensa, se ha visto agravada por la pandemia, y dificulta que el dinero llegue a los traficantes. Según el medio ‘State Crime Watch’, las organizaciones mexicanas, que ya estaban en contacto con los laboratorios de Wuhan, se apoyan en la mafia china para blanquear los ingresos derivados del tráfico de sustancias ilegales. Una operación que se ha ido complicando desde 2017, cuando el gobierno asiático estableció la cantidad de 50.000 dólares como límite en el intercambio de divisas internacionales.
Un correo procedente de un funcionario de la Administración de Drogas daba la voz de alarma. El mensaje interceptado ponía el foco en las organizaciones carcelarias «que inundan nuestras comunidades con medicamentos dañinos, infligiendo adicciones devastadoras». Un informe de la DEA, la agencia del Departamento de Justicia de los Estados Unidos dedicada a la lucha contra el narcotráfico, certificaba un aumento en el lavado de efectivo realizado por programas bancarios clandestinos en chino, liderados por mexicanos.
Tras la publicación de su libro ‘La fiesta se acabó’, Ben Westhoff, un afamado autor estadounidense, asesoró al gobierno de Estados Unidos en la crisis del fentanilo. El escritor afirma que después de transformar la sustancia en China, el dinero obtenido se invierte en propiedades en Vancouver, textiles de California y casinos en Las Vegas. Tal y como recoge ‘State Crime Watch’, una vez absorbido por las empresas se devuelve a China y a los cárteles mexicanos, que vuelven a reinvertir para comprar los componentes del fentanilo.
El socio chino del ‘Chapo’
El Departamento de Justicia aseguró que Zhenli Ye Gon, un empresario mexicano de origen chino considerado uno de los capos de las mentanfetaminas y responsable de blanqueo de dinero, llegó a atesorar 65 millones de dólares en connivencia con ‘El Chapo’ Guzmán, condenado a cadena perpetua en la prisión de Florence, en Estados Unidos, por delitos de narcotráfico, más otros treinta años por violencia con armas y veinte por lavado de activos.
El año pasado hubo 34.523 asesinatos en México, tal y como detalló el Departamento de Seguridad Pública. Muchos se produjeron en las carreteras que controlan los cárteles y que conducen a la frontera con Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas del mundo.
Lo cierto es que los datos de la criminalidad en México son un desastre. Entre septiembre de 2020 y abril de 2021, un total de 143 funcionarios, periodistas, jueces y políticos fueron asesinados. En total, se produjeron 169 incidentes vinculados con la violencia política.
La firma Lantia Consultores identificó a 231 grupos delictivos, entre cárteles, pandillas, células y mafias. Su director, Eduardo Guerrero, declaró a ‘Le Monde’ que «nunca las mafias habían influido tanto en campaña electoral y habían sido tan masivas y desinhibidas. Para consolidar su dominio territorial, los cárteles ejercen una presión controlable. Luego les aseguran la protección de la policía municipal y la obtención de contratos públicos para lavar el dinero sucio».
Después de las elecciones intermedias, celebradas el pasado 6 de junio, Morena, el partido fundado por el presidente de México, aglutina el poder en ocho de los nueve estados mexicanos que conforman el corredor del narcotráfico en el Pacífico. Además, salió elegido en ocho de las quince poblaciones más violentas, entre las que se encuentran Tijuana y Ciudad Juárez, vecinas a la frontera con Estados Unidos.
El presidente deberá ajustar sus medidas si no quiere que el delito campe a sus anchas en territorio mexicano, como demuestran dos ejemplos: la liberación por falta de pruebas de Salvador Cienfuegos, exministro de Defensa con el presidente Peña Nieto, acusado de contactos con bandas criminales, y el raquítico porcentaje -apenas un cinco por ciento- de candidatos que presentaron su declaración de patrimonio, tal y como denunció la plataforma Transparencia Mexicana. El lema «abrazos, no balazos», con el que López Obrador hace referencia al trato que quiere dar a los cárteles, parece que tampoco sirve de ayuda con un llamativo ascenso de la violencia desde principio de año.
Mientras, el fentanilo, que nació en la década de 1960 como un anestésico intravenoso y fue requisado por primera vez en 2013, une a los cárteles mexicanos y a la mafia china. Un problema que trae de cabeza a la Administración Biden. Con un solo kilo de fentanilo, se puede repartir el equivalente a casi toda la población de Málaga: es decir, un total de 500.000 dosis letales.