El cineasta asegura en Cannes que está trabajando en un nuevo guion y que tiene una secuencia más de ‘El padrino’ que podría agregar algún día
Coppola cruzó el jueves la alfombra roja bien escoltado por gran parte del equipo artístico, en el que se combinan rostros habituales en su carrera (Laurence Fishburne, que con 14 años trabajó en Apocalypse Now; su hermana Talia Shire; o su hijo Roman Coppola) con nuevos integrantes de la banda: Adam Driver, Nathalie Emmanuel, Shia LaBeouf, John Voight, Giancarlo Esposito y Aubrey Plaza). Al cineasta se le vio cansado, arrastrando los achaques de sus 85 años, apoyado en Romy Mars, la hija mayor de Sofia, y afectado por la muerte de su esposa, Eleanor, a la que dedica Megalópolis. Hoy, en cambio, ha aparecido más en forma, manejando con habilidad su vozarrón habitual, y regalando perlas dialécticas. Tenía ganas de hablar, tras semanas en que otros lo han hecho por él: desde la proyección privada en Los Ángeles, hasta las quejas de dos extras en The Guardian sobre su comportamiento inapropiado en el rodaje de la fiesta inicial.
Por de pronto, se definió en un estado de ánimo entre “el alivio y la alegría” tras la proyección el día anterior en el gran teatro Lumière del palacio de festivales de Cannes. Y ese sentimiento lo trasladó cuando le preguntaron sobre los 120 millones de dólares que ha costado Megalópolis, todos salidos de su bolsillo y por los que ha vendido parte de su imperio vinícola: “Mis hijos, sin excepción, tienen carreras maravillosas sin una fortuna detrás. Estamos bien. No importa. Os aviso: el dinero no importa. Lo importante son los amigos. Un amigo nunca te defraudará. El dinero puede evaporarse”. Por eso, solo hay un título de crédito antes de que empiece el filme, el de su productora, American Zentrope.
El cineasta es conocido por montar y retocar sus películas constantemente. “¿Sabes por qué lo hago? Porque me pertenecen. Nunca volvería a montar La conversación (su primera Palma de Oro) porque le gusta como está. “Tengo una secuencia más de El padrino que podría agregar algún día”. ¿Hará lo mismo con Megalópolis? “Podría volver atrás y revisitar la epopeya en unos años”, aunque dejó claro que no es una película testamentaria y que está escribiendo un guion para un nuevo proyecto.
Megalópolis juega con la iconografía del imperio romano para trasladarse a un Nueva York distópico, algo que a Coppola le ha parecido obvio: “Porque la república estadounidense se fundamentó en la república romana”. Y ya sabemos cómo acabaron hace 2.000 años. “Nuestra política actual nos ha llevado al punto en el que podríamos perder nuestra república”, comentó el cineasta. “No son los políticos los que van a ser la respuesta. Siento que son los artistas estadounidenses. Mi sueño, mi esperanza, es que sean los artistas de nuestro país los que nos iluminen”. Y por eso le asusta “la ola fascista que sufre el mundo”.
Y dicho esto Coppola luego se dirigió al actor John Voight, conocido por sus ideas ultraconservadores, para aclarar que en el equipo había gente de todo el espectro político, incluso de los alejados a Coppola. El veterano intérprete respondió que todo el mundo se hace la misma pregunta, en cómo ayudar al mundo para la próxima generación. “Estoy de acuerdo con esta película, estoy de acuerdo en que los seres humanos somos capaces de resolver todos los problemas en los que nos metemos”.