miércoles, febrero 19, 2025
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Ladrones de Ozempic: la nueva ola delictiva en Brasil

Alrededor de las 10:30 p. m. de un viernes de finales de enero, el farmacéutico David Fernando estaba trabajando detrás del mostrador de una farmacia de São Paulo cuando un hombre se le acercó y le mostró una pistola. “Me pidió dinero de la caja registradora y medicamentos de la nevera”, dijo Fernando.

Hoy en día, los farmacéuticos de São Paulo —la ciudad más grande de Brasil— saben exactamente a qué se refieren los ladrones cuando dicen “medicamentos de la nevera”.

Buscan Ozempic, Wegovy y Saxenda, los medicamentos inyectables para perder peso que muchos brasileños codician pero que la mayoría no puede permitirse, en un país obsesionado con la imagen corporal pero donde la obesidad está aumentando.

El ladrón se llevó cinco cajas, cada una de las cuales suele contener un suministro para un mes y cuesta entre 700 y 1100 reales brasileños, es decir, entre 120 y 190 dólares, mientras que el ingreso mensual promedio es de unos 300 dólares.

Aunque el atraco a mano armada inquietó a Fernando, de 36 años, no fue exactamente una sorpresa. Dijo que la misma farmacia fue asaltada por los mismos medicamentos en dos oportunidades a finales de 2024. Ahora hay un guardia de seguridad apostado afuera del local.

Cuatro cuadras al norte, otra farmacia ha tomado precauciones aún mayores después de que un agente de policía interrumpiera un atraco de Ozempic en agosto, lo que originó un tiroteo en el que resultó herida una mujer mayor.

En una tarde reciente, dos guardias armados vigilaban, uno en la puerta principal y otro cerca de la trastienda, donde se guardan los medicamentos refrigerados para adelgazar.

Un guardia de seguridad con chaleco antibalas sujeta su con su mano izquierda una funda de pistola mientras permanece de pie en la entrada de una tienda.
Un guardia de seguridad armado en la puerta de una farmacia de São Paulo. La oleada de robos de medicamentos para adelgazar ha impulsado a las farmacias a reforzar su seguridad.

Aunque algunos informes de los medios de comunicación muestran que los ladrones van tras el Ozempic en otras partes del mundo —incluidos robos nocturnos en farmacias de Míchigan y Santiago de Compostela (España)—, Brasil se ha convertido en uno de los principales focos mundiales de delincuentes que codician estos muy populares fármacos adelgazantes.

São Paulo, en particular, se ha convertido en un nexo de unión porque es, en algunos aspectos, la ciudad más rica de Brasil, con muchos barrios acomodados en los que abundan las farmacias que venden estos fármacos porque hay suficientes personas que pueden comprarlos. Y, hoy en día, los ladrones no tienen problemas para encontrar compradores en grupos de WhatsApp y Facebook.

Los asaltos a farmacias han atemorizado a los trabajadores y han hecho que algunas tiendas reduzcan su suministro de medicamentos para adelgazar. Los robos son “sin duda una tendencia creciente”, dijo Pedro Ivo Corrêa dos Santos, jefe de policía del Departamento de Investigación Criminal del estado de São Paulo.

Las farmacias suelen ser objetivos fáciles, añadió el jefe de policía. “Muchas funcionan 24 horas al día, 7 días a la semana, almacenando el producto en un frigorífico sin ninguna seguridad real, solo protegidas por el farmacéutico”, dijo.

Un análisis realizado por The New York Times de una base de datos del estado de São Paulo reveló que los robos en farmacias en los que se sustrajo Ozempic, Wegovy o Saxenda aumentaron notablemente en los últimos tres años, desde un único episodio registrado en 2022 —cuatro cajas de Ozempic sustraídas de una sola farmacia— a 18 robos en 2023, y 39 que se registraron el año pasado.

Es casi seguro que las cifras son inferiores a las reales porque, en la mitad de los robos denunciados, no se especificaron los medicamentos sustraídos.

Un hombre está detrás de un mostrador con dos pantallas de computadora.
Wilson Martins administra una farmacia independiente en São Paulo. “Quien tiene Ozempic no puede trabajar tranquilo”, dijo.

RD Saúde y Grupo DPS, dos empresas propietarias de cadenas de farmacias en São Paulo, donde se han producido muchos de los robos, declinaron hacer comentarios. Muchas farmacias independientes dicen que ya no guardan los medicamentos en el almacén.

“Quien tiene Ozempic no puede trabajar tranquilo”, dijo Wilson Martins, gerente de Farma O Imperador, una farmacia independiente del oeste de São Paulo. “La gente pregunta: ‘¿Tienen Ozempic?”, añadió. “No, no tenemos. Y así no nos roban”.

Ahora, quien quiera uno de estos medicamentos para adelgazar debe pedirlo en persona y concertar una cita para recogerlo. Pero por si acaso, Martins, de 72 años, sigue teniendo detrás del mostrador un machete enfundado en cuero.

Corrêa dos Santos dijo que algunas bandas de delincuentes han estado robando camiones que hacían entregas al por mayor de Ozempic. Una banda que la policía desmanteló el año pasado incluía a empleados de una empresa de transportes.

Los productores y distribuidores de medicamentos deben reportar las pérdidas de fármacos por delitos u otros motivos a Anvisa, la agencia brasileña que regula los alimentos y los medicamentos. Sus cifras muestran que en 2023 se robaron o perdieron 4770 dosis inyectables de Ozempic, y que en 2024 se elevaron a 8220.

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Un teclado de computadora y debajo un machete guardado en una funda.
Martins guarda un machete detrás del mostrador como protección contra los robos.

La oleada de robos de medicamentos para adelgazar se produce en medio de un aumento vertiginoso de las ventas de estos fármacos en un país en el que se veneran los cuerpos en forma y que, como sucede en muchas otras partes, la población está engordando.

Según un estudio del ministerio de Salud, el porcentaje de adultos considerados obesos en las ciudades más grandes de Brasil pasó de casi el 12 por ciento en 2006 a cerca del 24 por ciento en 2023.

Varias celebridades brasileñas han hablado públicamente sobre consumir Ozempic o fármacos similares, como los cantantes Luiza Possi, Wesley Safadão y Jojo Todynho.

“La oleada de robos comenzó cuando las redes sociales empezaron a hablar abiertamente del medicamento, sobre todo cuando los famosos y las personas influyentes mostraban pérdidas de peso espectaculares”, dijo Renata Gonçalves, responsable de un sindicato de farmacéuticos del estado de São Paulo.

Incluso el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, dijo durante su campaña en 2024 que “tomaba mucho Ozempic” y que había perdido unos 30 kilos, y se comprometió a que el medicamento estuviera disponible gratuitamente.

“Río será una ciudad sin gorditos”, dijo.

En Brasil, las ventas de Ozempic pasaron de 27,5 millones de dólares en 2019, a 621,6 millones de dólares en 2023, último año del que se dispone de cifras completas, según IQVIA, proveedor mundial de datos sobre atención de salud. (El mercado brasileño aún palidece en comparación con Estados Unidos, donde las ventas ascendieron a 30.300 millones de dólares en 2023).

Un hombre con una camiseta azul y una pegatina en la camisa levanta el pulgar mientras camina por una calle.
Eduardo Paes, alcalde de Río de Janeiro, ha declarado abiertamente que utiliza Ozempic para perder peso.Credit…Bruna Prado/Associated Press

Rodrigo Lima, quien ha trabajado para cadenas de farmacias durante dos décadas y ahora es jefe de operaciones de Ultrafarma, una cadena con sede en São Paulo, dijo que otros productos de farmacia de alto costo han estado en la mira en el pasado.

Pero el elevado costo del Ozempic, dijo, ha “desencadenado una enorme demanda de estos artículos, lo que ha generado el surgimiento de bandas especializadas que se centran en esa porción del mercado”.

Aunque es bastante fácil vender y comprar medicamentos robados para adelgazar en la red, los delincuentes no pueden garantizarles a los compradores la calidad de los fármacos una vez que han sido sacados de los refrigeradores de las farmacias. Varios farmacéuticos de São Paulo subrayaron repetidamente que solo unas horas a temperatura ambiente inutilizan los medicamentos.

“Llevan los medicamentos al coche en una bolsa de basura”, dijo Andrea Lima, gerente de una sucursal de la cadena Drogaria São Paulo, donde un policía frustró un intento de robo en mayo de 2024. “¿Cuánto tiempo los dejan en el maletero?”.

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Un vehículo de seguridad privada frente a una farmacia.
Un guardia armado a la entrada de una farmacia que fue asaltada el mes pasado en São Paulo.

La estrategia de Ultrafarma, dijo Lima, ha sido instalar mejores cámaras de seguridad y reducir las existencias en las tiendas propiedad de la empresa.

Una tienda Ultrafarma que fue asaltada en 2023 ha ido incluso más lejos, dijo Leandro Rodrigo Santos, gerente de la tienda. Ya no tiene existencias de Ozempic, por lo que los clientes tienen que encargarlo y pedir que se lo envíen a casa.

Pero incluso eso tiene sus riesgos.

Wellington Vieira, jefe de una división de la policía de Río de Janeiro que investiga delitos relacionados con el consumo, dijo que la agencia había recibido informes de grupos que encargan varias cajas de Ozempic a un domicilio y luego cometen el delito.

Cuando llega el repartidor, dos personas abren la puerta. Una intenta pagar varias veces con una tarjeta de crédito no válida, mientras que la otra acepta el paquete y cambia el Ozempic auténtico por una versión falsificada. Cuando finalmente se cancela la compra, el repartidor, sin saberlo, regresa a la farmacia con el medicamento falso.

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Medicamentos dentro de la nevera de una farmacia.
Los medicamentos de venta con receta de gran valor se almacenan en neveras y salas cerradas con llave en la parte trasera de las farmacias como medida de seguridad para evitar robos.

Los bandidos del Ozempic podrían enfrentarse pronto a una fuerza más poderosa que la policía: la economía. La patente brasileña de Novo Nordisk sobre la semaglutida, el principio activo del Ozempic y el Wegovy, expira en 2026, y las empresas farmacéuticas se apresuran a obtener la aprobación para producir versiones genéricas que, casi con toda seguridad, harán caer los precios.

Por ahora, algunos farmacéuticos recurren a un poder superior en busca de protección. Elis Regina Peixoto administra una farmacia del este de São Paulo que hasta ahora no ha sido afectada. “En el nombre de Jesús”, dijo, “no nos robarán”.

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