• La justicia estadounidense la reclama por blanqueo de capitales y organización criminal por haber favorecido al empresario Raúl Gorrín en la obtención de dólares preferenciales a cambio de comisiones
• “Yo ganaba mucho dinero, pero no me daba tiempo de gastarlo. Ahorraba”, aseguró . Los apartamentos que compró en Venezuela lo ocupó el personal del gobierno de Nicolás Maduro.
A partir de la correspondencia interna y los correos electrónicos que intercambiaron el escritorio de abogados panameños y sus clientes sobresale la de esta pareja cercana al presidente Hugo Chávez. Ambos eran asalariados del gobierno venezolano, con sueldos que, sumados y ahorrados, difícilmente alcanzarían para pagar los 50 mil dólares que costó la tramitación y apertura de la empresa Bleckner Associates Limited en el paraíso fiscal de las islas Seychelles. Mediante esa figura la pareja gestionó el dinero que acumuló mientras estuvo en cargos clave de la administración pública.
Entre las primeras diligencias de la Dirección de Contrainteligencia Militar, el órgano auxiliar que acompaña a la fiscalía en esta investigación, estuvo allanar los tres apartamentos de la pareja en las residencias Oasis de la urbanización San Bernardino en Caracas, al pie del Ávila. Dos en el primer piso y un pent house. De allí sacaron vehículos, cajas de diamantes, uniformes militares –Díaz era oficial asimilada de la Guardia Nacional Bolivariana– y también un libro llamado Claudia Patricia: mi huella. Ahí se cuenta la relación entre la extesorera y el presidente Hugo Chávez. Y esta es la historia.
El repaso de las 170 páginas revela una vida plana. Díaz Guillén partió de su San Cristóbal natal en 1989 para proseguir estudios superiores en la escuela militar de la Guardia Nacional
En 1993, luego de recibirse como Técnico Superior en Enfermería y suboficial profesional de carrera, siguió sus estudios hasta obtener, en 1997, la licenciatura en Enfermería y en 2001 el grado de oficial de la Escuela Superior de Defensa Militar y Orden Interno de la Guardia Nacional.
Díaz Guillén trabajó como instrumentista en el Hospital Militar, como enfermera en el Hotel Tamanaco, como asistente médico en el Hotel Eurobuilding y como coordinadora del área de terapia intensiva de la clínica Leopoldo Aguerrevere. Pero su trabajo más relevante comenzó en junio de 2002 cuando fue asignada a la oficina de Atención al Ciudadano del Palacio de Miraflores. Era la ayudante de la directora de la Oficina de Gestión Interna, la entonces capitana y hoy diputada Carmen Meléndez. “Debíamos ayudar a los necesitados, encontrar empleo y trabajo a los solicitantes, responder a las cartas y atender las numerosas y suplicantes llamadas desde todo el país, seleccionar de entre ellos los casos más urgentes y atender a los enfermos”.
Claudia Díaz Guillén vio por primera vez a Hugo Chávez en diciembre de 2002 durante el paro petrolero de aquel año. “En aquellos días todos nos sentíamos un poco tristes. Estábamos acuartelados porque temíamos una posible caída del gobierno dada la situación política”, asegura en el texto. Y entonces lo vio: “El Presidente estaba en el patio interior observando el pesebre que se coloca detrás de la fuente del palacio en esa época. Él no se había dado cuenta de que lo estábamos observando: estaba tenso, dentro de su actitud orante, demostraba sin embargo gran preocupación, quizás por ese miedo que nosotros sentíamos que habían traído los rumores de un nuevo golpe”.
La noche anterior a esa escena Díaz Guillén había tenido un sueño donde esa escena que ahora se reproducía delante de ella culminaba con una conversación. Como ocurrió en el sueño, ella decidió interrumpir a aquel hombre que lucía ensimismado.
–Oiga, comandante. La victoria está cerca.
Chávez se volteó y escuchó todo lo que Díaz Guillén le decía.
–Tú me recuerdas a una joven que recién falleció. Estaba ejercitándose en el remo de una barca.
“Yo sé por intuición que mi mensaje le llegó”, afirma en su libro al evocar aquella primera conversación. “Varios de otros sueños míos presagiaron mi actividad casi inmediata como enfermera al lado del Presidente: así, en el salón donde él reposaba yo le cerraba la puerta, o donde él viajaba yo estaba formando parte de la comitiva presidencial”.
Esos sueños se concretaron algunos meses después. Cuando en 2003, pasado el sofocón del paro petrolero, la oficial Carmen Meléndez fue nombrada como jefa de la Oficina Nacional del Tesoro y Claudia Díaz Guillén pasó a ser su asistente. Casi de inmediato Hugo Chávez le dijo a Meléndez: “Yo quiero que ella trabaje al mismo tiempo para ti y para mí, una muchacha teniente de San Cristóbal”.
Un sábado en la mañana la citaron al palacio de Miraflores. Le dijeron que debía cumplir con “unas guardias de confianza en condición de enfermera del Presidente”. Ella aceptó de inmediato. El oficial que le comunicó la decisión le dijo: “Entrénate. Cumple funciones. Comienzas ya”.
“Desde el inicio yo fui para ‘mi paciente’ una enfermera ayudante: le ayudaba y le servía en todo aquello y en todo momento en el que yo podía prestarle mis servicios. Así, en sus actividades de trabajo, yo le extendía, adelantándome a sus necesidades, el pisapapel y los papeles mismos o cualquier objeto que él necesitara, Vivía pendiente de sus comidas, y por las noches le acompañaba hasta que él se dormía. Yo me sentaba al lado de él en el vehículo que viajaba. Estaba yo comisionada para ello, si bien el reglamento interno no establecía mis misiones”.
Díaz Guillén confiesa que “el aprecio del Presidente” quedó confirmado cuando fue elegida como la asistente principal entre las demás enfermeras que también le asistían. “Él es un hombre muy especial, yo le admiro intensamente. Siempre busca y ha encontrado en mi un apoyo espiritual (…) Es una persona muy recelosa; no entran muchos en su privacidad y confianza”. El íntimo retrato que la exenfermera dibuja es el de un hombre solo: “Vive él la soledad aun sintiéndose acogido por su familia”.
– ¿Conoces a Claudia?
Después del 3 de abril pasado, cuando el nombre de su esposo salió en mencionado en los Papeles de Panamá, el nombre de Claudia Patricia Díaz Guillén, que luego de ser enfermera fue nombrada por Chávez como Tesorera, dejó de ser una nota al margen.
La justicia estadounidense la reclama por blanqueo de capitales y organización criminal por haber favorecido al empresario Raúl Gorrín en la obtención de dólares preferenciales a cambio de comisiones
La Audiencia Nacional de España aprobó la extradición a Estados Unidos de la extesorera nacional Claudia Patricia Díaz Guillén. La justicia estadounidense la reclama por blanqueo de capitales y organización criminal por favorecer al empresario Raúl Gorrín en la obtención de dólares preferenciales a cambio de comisiones.
Los magistrados de la Sección Tercera consideraron, en una sentencia, que se cumplen los requisitos para proceder a la extradición de la reclamada. Los delitos por los que la señalan en Estados Unidos están tipificados como asociación delictiva para cometer lavado de dinero y dos delitos de lavado de instrumentos monetarios, informó EFE.
La reclamación del Tribunal Federal del Distrito Sur de Florida señala que Gorrín, junto a Claudia Patricia Guillén y su esposo Adrián Velásquez Figueroa, participaron de 2008 a 2017 en un estratagema corrupta en relación con el cambio de moneda extranjera efectuado por el gobierno venezolano.
A ambos los detuvieron en diciembre de 2020 durante una operación coordinada por la Unidad de Drogas y Crimen Organizado y la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal. Estuvo dirigida por el Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional.
Ganaba muy bien, pero no tenía tiempo para gastar
Díaz Guillén es abogada graduada en Derecho por la Universidad Central de Venezuela, licenciada en Enfermería y tiene una maestría en finanzas. También fue enfermera del fallecido presidente Hugo Chávez. Pedía que no la extraditaran de España a Venezuela porque en el país no hay Estado de derecho.
La enfermera aseguró, en una entrevista al diario El Mundo de España, que no se ha robado dinero de las arcas públicas de Venezuela.
“Ni un bolívar. Ni un dólar”, afirmó Díaz en 2018, cuando aún vivía en el centro de Madrid con su marido. Agregó que sus ahorros en la banca venezolana son, debido a la hiperinflación, 5 dólares o 5 euros.
“Yo ganaba mucho dinero, pero no me daba tiempo de gastarlo. Ahorraba”, aseguró entonces. Los apartamentos que compró en Venezuela lo ocupó el personal del gobierno de Nicolás Maduro.
Justificó la mayor parte de su dinero a la familia adoptiva de su esposo, Adrían Velásquez, exmiembro del cuerpo castrense y antiguo funcionario de la Guardia Presidencial de Chávez. Díaz Guillén también aseguró que su esposo era comerciante.
“Nosotros no hemos huido de la Justicia española, la hemos enfrentado. Lo que no queremos es que nos lleven a Venezuela, un país donde no hay una Estado de derecho, ni se respetan los derechos humanos”, dijo.