viernes, septiembre 20, 2024
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El virus ha destruido el precio de la hoja de coca, mientras sube su precio en la calle

El virus ha destruido el precio de la hoja de coca, logrando lo que ninguna otra crisis o guerra han logrado: colapsar el precio. mientras tanto sube su precio en las calles.

Redacción | Primer Informe

En 2020 los precios de la hoja de coca en algunas regiones de Suramérica han caído hasta un 73%, ilustrando el grado en que la pandemia ha interrumpido todos los aspectos del comercio mundial, incluido el tráfico de drogas ilegales.

Los confinamientos ordenados por los gobiernos han sellado las fronteras regionales y reducido drásticamente el tránsito nacional e internacional, desafiando la capacidad de los carteles de mover productos por tierra, aire o mar.

A su vez, los carteles están lidiando con interrupciones en la producción e importación de precursores químicos, como el permanganato de potasio, utilizado en laboratorios clandestinos para refinar la droga.

De la misma forma como ocurre con los productos legales o legítimos, el narco sufre una crisis en la cadena de suministro que golpea su modelo comercial y provoca una escasez en el mercado que ha logrado se dupliquen los precios de los minoristas en algunas ciudades de los Estados Unidos, según se lee en los últimos informes de la DEA.

Para los cocaleros suramericanos, la pandemia ha provocado, al menos temporalmente, una súper caída de los precios que, según analistas, alteraría el panorama del tráfico ilícito de drogas en los años venideros.

Rubén Leiva, un cocalero peruano de 33 años, dijo que «la economía de la coca se ha derrumbado». El agricultor cultiva la hoja para usos indígenas tradicionales, principalmente para masticar o preparar té. «Plantamos coca porque es una solución para nuestra supervivencia», dijo, «pero ahora nadie lo está comprando», agregó.

Leiva supervisa su sembradío de hojas de coca en la región peruana de  de Junín – Foto Thomas Grisaffi /Red de Información Andina

El comercio de cocaína en América del Sur es un ejemplo de cómo el inframundo de los narcóticos y drogas ilícitas se enfrenta a su propia crisis causada por el coronavirus.

Mientras tanto, en Afganistán, el confinamiento por el virus han creado una grave escasez de los trabajadores especializados que cortan las amapolas maduras para producir heroína, la mayoría provenientes del vecino Pakistán.

El desafío actual de obtener productos químicos precursores de Asia ha interrumpido la fabricación de drogas ilícitas, incluidas metanfetaminas y fentanilo en México, o los estimulantes del tipo anfetamínico en Líbano y Siria.

Funcionarios estadounidenses dicen que están en pleno conocimiento de la existencia de drogas y dinero en efectivo que se encuentran en la frontera con México, a medida que los carteles experimentan problemas para trasladar el producto a los Estados Unidos.

La DEA ha informado que los suministros de ciertas drogas ilícitas parecen estar agotándose en algunas ciudades de Estados Unidos. El precio de la cocaína en la calle ha subido en los mercados de Miami, Atlanta, Nueva York y San Francisco.

Los narcotraficantes, ante este panorama, han pasado de enviar los pequeños y frecuentes envíos a través de la frontera suroeste, a hacer menos envíos pero de mayor cantidad.

Las incautaciones de Estados Unidos, entre enero y abril disminuyeron en comparación con el mismo período del año pasado, lo que sugiere una disminución en el tráfico.

En Europa, las incautaciones en el primer trimestre de este año aumentaron, sugiriendo lo que las autoridades describen como un esfuerzo de los carteles para inundar el mercado antes de los estrictos bloqueos.

La oficina contra la droga de las Naciones Unidas dice haber confiscado 17.5 toneladas de cocaína con destino a Europa desde Suramérica, en los primeros tres meses de este año, aumentando un 20% en comparación con el año pasado, informó Reuters.

Las grandes incautaciones han continuado en Europa durante las últimas semanas, lo que sugiere un cambio similar del contrabando con mayor frecuencia de pequeñas cantidades a intentos de mover grandes volúmenes en menos envíos.

Los analistas esperan que los patrones regulares del tráfico se reanuden cuando los bloqueos se levanten por completo, pero la crisis actual va a traer impactos duraderos. Al igual que con las empresas legítimas, los operadores más grandes están posicionados para resistir la tormenta mejor que otros, lo que sugiere la posibilidad de una consolidación pues la mano de obra y las estructuras que quiebran o abandonan, serán reclutados por los carteles más fuertes.

En algunos casos, la caída del precio del cultivo básico usado para producir una droga ilícita ha sido más pronunciada que la de la hoja de coca. Esto se debe en parte a que hubo un exceso de mercado antes de la llegada del coronavirus pues el año pasado la producción de coca en América del Sur alcanzó su punto más alto, ahora a los agricultores les quedan grandes extensiones de terreno sembrados de hoja de coca, pero pocos medios para venderla.

En una nota para el Washington Post, Douglas Farah, presidente de  IBI Consultants, que se encarga de analizar el tráfico de estupefacientes, dijo que «los precios de la hoja de coca están bajando porque no pueden mover el producto a la cadena alimenticia y fuera de Bolivia y Perú».

Dos mujeres pisan hojas de coca, como parte del proceso de secado en el Valle peruano de Apurímac. Foto Ernesto Benavides

Sin embargo, el hecho de que el precio de la cocaína en las calles de los Estados Unidos no se haya disparado aún, según Farah, sugiere que parte de ella todavía está entrando, principalmente de las reservas que los carteles conservaban antes de la llegada del coronavirus.

Estados Unidos ha desplegado barcos de la Marina y la Guardia Costera en una operación masiva antidrogas en el Caribe, pero los carteles siguen encontrando rutas menos controladas, moviendo su producto hacia el norte de la costa del Pacífico desde Perú hasta América Central, donde algunos países han frenado el patrullaje acuático durante la pandemia.

Analistas coinciden en decir que el colapso de la coca tal vez sea temporal, pues a medida que los confinamientos se van levantando comienzan a surgir signos de un repunte en los precios de la hoja de coca en algunas áreas de Bolivia y una desaceleración de las fuertes caídas de precios que vienen dándose en Perú.

A medida que se reinicia el tránsito, algunos países ya comienzan a confiscar más drogas. La policía peruana y brasilera capturaron un pequeño avión con 925 libras de cocaína en el norte de Perú a fines de mayo. La policía peruana interceptó otras 380 libras a bordo de un barco con destino a Europa.

En Bolivia y Colombia particularmente, las autoridades ven el momento como una oportunidad para atacar el crecimiento ilegal de manera más agresiva.

Las tropas colombianas han acelerado la erradicación forzada durante el encierro, provocando enfrentamientos, protestas y dos muertes mientras intentan limpiar 320 mil acres de coca este año.

En Bolivia, el ex presidente socialista Evo Morales, quien viene de la agricultura y el activismo pro coca, dio a los cocaleros una medida de legitimidad y protección durante sus más de 14 años al frente del país. Su partida en medio de la agitación política el año pasado dejó a un gobierno anti coca mandando en Bolivia.

Los agricultores que protegía Morales, han dicho que el nuevo gobierno estigmatiza lo que ha sido un próspero comercio de usos legales para la hoja, tratando de usar las medidas contra el covid-19, para cortar el acceso a la gasolina que necesitan para llevar la cosecha al mercado.

Así mismo, Perú ha tratado de aprovechar los bajos precios de la coca para convencer a los agricultores de adoptar cultivos alternativos. Incluso en medio de una dramática recesión nacional provocada por el coronavirus, el gobierno peruano ha canalizado dinero en efectivo para las regiones productoras de coca, buscando promover desde el cultivo del aguacate, hasta la piscicultura.

Ante esto, Jaime García, un investigador de estudios internacionales de la Universidad Católica del Perú, dijo que la recesión traería lo opuesto, un boom de la coca: «Las condiciones para el tráfico de drogas podrían ser aún mejores», dijo. «La situación económica en el país será tan mala que los agricultores recurrirán a la coca como única alternativa».

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